Cuatro años de «pelea» para ampliar una empresa de canoas

Tras 21 años de experiencia en el sector del turismo activo, el parragués Gonzalo Llamedo decidió hace cuatro años dar un paso adelante y adquirir una finca de 15.000 metros cuadrados en la zona de Arriondas Norte. Allí pensaba trasladar su empresa de canoas, Sellastur, ubicada actualmente en un inmueble de alquiler en el centro de la villa. Sin embargo, las «trabas» de las administraciones se han cruzado en su camino. «Mi ilusión era mejorar, edificar para tener aparcamiento y unas instalaciones más dignas», explica. En un primer momento, comenzó a depositar las canoas en sus terrenos, pero «a los cuatro o cinco meses llegó una sanción de Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) de 2.000 euros», explica Llamedo, que recuerda que existen embarcaciones «tiradas por cualquier orilla del río sin que pase nada».

No fue el único problema que se cruzó en sus planes de crecimiento, pues «al querer edificar tanto ayuntamiento como Confederación ponen trabas. Dicen que es inundable, cuando hay instalaciones similares a la orilla del río Sella», denuncia. Su finca se sitúa en la margen izquierda del río Chico, en una zona en la que se levantan instalaciones como «la residencia de mayores, un parque infantil, viviendas, una depuradora...Y a mí me dicen que no, cuando es una actividad que tiene que estar junto al río», censura.

Tras cuatro años de «pelea», reconoce que ha terminado desistiendo de construir un local. «Llega un momento en que cansas, solo pido que me dejen trabajar», dice. Su intención se ha reducido ahora a «levantar una especie de casetas con vestuarios». La pandemia, indica, ha asestado el golpe definitivo a su empresa pues, dado lo reducido del local, de 60 metros cuadrados, se complica el cumplimiento de las medidas de seguridad. «Para el año que viene si no me puedo instalar allí, tendré que cerrar», asevera.