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El Guirria fue generoso con los puñados de ceniza que arrojó a los vecinos y visitantes. FOTOS: XUAN CUETO

Un Guirria contenido y sin besos devuelve la fiesta a Beleño

El Aguinaldo regresa tras el parón de la pandemia acompañado por más de una veintena de mozos y evitando la efusividad y la entrada en las casas

GLORIA POMARADA

BELEÑO.

Domingo, 2 de enero 2022, 01:07

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La tradición del Aguinaldo de Beleño dicta que el Guirria reparta besos entre las mozas y ceniza entre los mozos, pero ni siquiera las costumbres ancestrales se libran de la pandemia. La fiesta de interés turístico regional, recuperada ayer tras el parón del pasado año, se quedó en esta ocasión sin muestras de afecto para evitar contagios. Sí hubo dosis generosas de ceniza para los vecinos y visitantes que pasaron el primer día del año en Ponga disfrutando de la vitalidad del Guirria y sus aguinalderos, una quincena de solteros a caballo y nueve niños en burro. Alexander Montoto, de 18 meses, fue el más joven de la comitiva. A lomos de 'Manchitas' y con una visible satisfacción, el pequeño sigue así con la tradición familiar pese a residir en Gijón. «Estamos encantados, teníamos ganas de que saliera», contó su abuela, Katia Alonso. Para Xoel Silva, de 4 años y vecino de Beleño, fue su segunda participación, mientras que el mayor de los niños fue Arturo López, de 13 años y vecino de Oviedo. Sin embargo, las raíces ponguetas siguen muy presentes en el joven, quien «desde pequeño» acude cada año. «Me gusta la carrera y cuando cantamos», contó. Para Javier Martínez, de Cangas de Onís, lo más divertido es «decorar al burro», que lució gorro de Papá Noel y espumillón. De México llegó como cada Navidad Lorenzo Mones, de 12 años, quien sigue los pasos de su padre, Álvaro Mones. Natural de Beleño, no se pierde nunca la celebración pese a residir al otro lado del charco. «Somos de aquí de toda la vida y venimos para que el chaval viva la fiesta», explicó. Como Guirria que fue en su juventud, recordó que el popular personaje debe «ser muy dinámico y constante. Es una tarea agotadora porque hay que visitar todas las casas».

La situación sanitaria no lo hizo ayer posible, pues a los confinamientos de algunas viviendas se sumaron ausencias, como la de Ramona Rivero. Su casa de Cainava era la primera que tradicionalmente visitaban los aguinalderos, pero al no residir ya en la localidad, el recorrido comenzó por la de sus vecinos. «Estábamos esperando con ganas», explicó Alejandro Alonso. Tampoco fue posible agasajar a los mozos con comida y, la bebida, los vecinos la entregaron «individual, cada uno con su bota», explicó Aroa Barriga. Junto Marcos Crespo -quien de soltero encarnó al Guirria- y su hija Marina -de dos años y única niña de Cainava- recibieron a la comitiva a la puerta de casa. «Quedó un poco deslucido, un poco raro», explicaron. No obstante, recordaron que lo importante de la fiesta es la «unión de todos los vecinos». En Cainava quedan cuatro casas habitadas de continuo y, pese a la contención de este año, el Guirria y los mozos lograron devolver la alegría con sus cánticos, acompañados a la gaita por Yago Valvidares, llegado desde Cabranes . «Es una tradición única y hay que defenderla», afirmó.

En sus caballos y al son de piezas como el 'Aguinaldo de San Juan', el Guirria y sus mozos dedicaron toda la jornada a visitar las casas, tratando de devolver a la parroquia de Beleño el espíritu de la fiesta con más arraigo de Ponga.

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