«Con el PP puede haber puntos de acuerdo. Debe haberlos»
«La de Gijón era una coalición un poco forzada y extravagante. Siempre pensé que iba a durar poco»
Juan Cofiño (Parres, 1957) participó en la constitución de la Junta General de 1983 como miembro de la Mesa de Edad, por ser entonces ... el diputado más joven y ahora, con 66 años y una larga trayectoria tanto en la empresa privada como en la política, que le llevó a ser número dos del Gobierno en la pasada legislatura, asume la Presidencia de la Cámara asturiana.
-Siendo usted vicepresidente del Gobierno hace apenas unos meses, cuesta verle con un cargo más institucional e imparcial. ¿Está teniendo que hacer un mayor esfuerzo para poder trasladar esa imagen?
-Hay que hacer un mínimo reciclaje, aunque yo he sido parlamentario muchos años y conozco bien esta casa. Es más fácil, yo creo, reciclar del Ejecutivo al Legislativo que al revés porque este puesto es más institucional. Aunque todo es susceptible de crítica, para mí no va a ser un problema asumir el papel de imparcialidad que se supone que hay que tener en el gobierno de esta casa. Tengo claro cuál es ahora mi papel.
Amnistía: «Me niego a anticipar opiniones sobre medidas que, por ahora, no están encima de la mesa»
-Como decía usted, todo es susceptible de crítica, y esta semana el PP le acusó de «esconder» el pleno sobre la amnistía.
-El pleno lo solicitaron cuando lo solicitaron. Hay unos plazos y unos trámites previos y muy pocos días para tomar la decisión. La facultad para convocar el pleno es mía y me he pronunciado con arreglo a reglamento y con conocimiento de las agendas de todo el mundo. Me acusan de esconder un pleno, pero un pleno no se puede esconder. La proyección de lo que se decida allí no depende del día, depende de cómo se hagan las cosas, de la bondad de los diputados y del interés de los asuntos.
-El PP quiere que el PSOE se retrate con respecto a la amnistía. Le invito a que lo haga.
-El PSOE no tiene que retratarse de momento, en mi opinión, sobre la amnistía, porque esa amnistía de la que se habla, a día de hoy, no existe. El presidente del Gobierno empieza ahora a negociar, una negociación compleja, y cuando tenga algo que decir lo dirá y en ese momento podremos opinar todos. Lo que me niego es a anticipar opiniones sobre algo que de momento no está encima de la mesa. Sería una opinión anticipada.
-Pero de interés.
-Pero está fuera de tiempo. Cuando haya un mínimo acuerdo con contenidos es evidente que habrá que poner luz y taquígrafos. Pero no es el momento.
-También se ha vuelto a poner sobre la mesa la petición de un referéndum. ¿Qué opina sobre este asunto?
-Podría decir lo mismo porque formalmente, hasta hoy, no está encima de la mesa. Pero mi opinión es la que recoge la Constitución. Un referéndum sobre este asunto sólo se puede entender apelando a todos los españoles porque es cosa de todos.
-Empieza la legislatura con fuertes tensiones entre PSOE y PP y acusaciones cruzadas de faltas de respeto. ¿Augura debates broncos en la Junta?
-Estos incidentes forman parte de la vida ordinaria de las cosas, yo creo que en Parlamento la relación es cordial con todos los diputados y grupos. Lo que sí creo es que hay demasiada radicalización en la vida política española, excesiva, y eso no es bueno para el país. Es verdad que estamos en una coyuntura de formación de Gobierno y eso no ayuda a bajar los decibelios, pero espero que una vez que superemos esta circunstancia baje la bronca política, madrileña, básicamente. En el resto del territorio, incluido Asturias, no lo percibo así. Aún así, en la cuota de responsabilidad que me toca, voy a intentar preservar por todos los medios esta institución de esos malos hábitos.
-Luego están los debates paralelos en las redes sociales que sin duda caldean el ambiente político. Si tuviera competencias en ellas, ¿reclamaría más mesura en estos foros?
-Yo no estoy en redes sociales.
-Lo sé. Es de los pocos que resiste.
-Y vivo estupendamente sin necesidad de ese mundo. A veces a las personas, y a los políticos, se les va la mano en las redes. El parlamentarismo clásico tiene una característica que es la presencialidad, que nos permite argumentar cara a cara, en un debate reglado, mirándonos a los ojos, escuchando al adversario, con orden, respetando los tiempos, viendo el lenguaje gestual... Cuando uno mira a la cara a la gente hace un ejercicio de contención y de prudencia que no existe en las redes, por lo que no pueden tener el valor de lo que se dice en un Parlamento mirando a los ojos. Sólo así se progresa y se entiende. Las redes no cumplen ese papel y efectivamente a veces funcionan a modo de estímulo indeseable. Veo mucho griterío y poco argumento en ellas. La mesura es algo que pido siempre e intento practicar, además.
-Usted habrá escuchado eso de que el debate político ha bajado de nivel. ¿Lo comparte?
-No sería tan drástico. Ahora también hay diputados muy brillantes en muchos ámbitos, pero siendo absolutamente honesto seguramente en los tiempos de la Transición los debates fueron de muy alto nivel. Quizá porque así lo requería el momento. La política en aquel momento reclutó a gente muy valiosa, pero no lo digo en desdoro de la situación actual. Entonces era un imán y ahora se ha normalizado, y eso no es malo, es síntoma de que la democracia está asentada.
-¿Normalizada o desacreditada?
-Sé que la actividad política no goza ante la opinión pública del mejor estado de salud, pero esto no es una excepción asturiana ni española. La Democracia está relativamente amenazada y eso de alguna forma también está afectando. Yo me he ofrecido a todos los colegios de Asturias para explicar a los alumnos qué es la Junta General, cómo se toman las decisiones... Una labor pedagógica que es fundamental para reconectar a los más jóvenes con la Democracia y la actividad política.
-¿Cómo ha recibido la ruptura de Foro y Vox en Gijón?
-El Gobierno de Gijón se construyó a partir de una coalición que a mí, que algo conozco a las personas que están en Foro y me parecen personas con un talante democrático y cierta moderación, me parecía un poco forzada. Era una coalición un poco forzada y extravagante. Siempre pensé que iba a durar poco.
-Su investidura la apoyó Adrián Pumares. ¿Está llamado a ser el diputado llave?
-No me atrevo a decir tanto. Le agradezco a Pumares la confianza que me otorgó y está claro que Foro es un interlocutor válido. Lo ha sido en la anterior legislatura, muy válido diría yo. Pumares es una persona a la que siempre le he escuchado discursos racionales. Más allá de que tengamos divergencias lógicas, es un hombre de argumentos así que, por su puesto, un buen interlocutor. Pero no creo que el Gobierno vaya a reducir su actividad a acuerdos sólo con Foro. Hay otros interlocutores.
-Da la sensación de que bailará entre Foro y Podemos.
-¿Y por qué no con el PP? No descarto que haya encuentros en algunos temas importantes con el PP. ¿Por qué no?
-El PP ya ha ofrecido varios grandes pactos al Gobierno. ¿Debería Adrián Barbón recoger el guante?
-Lo ha hecho ya en materia de Reto Demográfico y, conociendo el talante de mi presidente, nada hace pensar que no vaya a haber acercamientos y acuerdos en otros temas. Representamos cosas y percepciones de la vida distintas, pero puede haber puntos de acuerdo. Debe haberlos. Es verdad que Podemos y Foro están más cerca del espectro político del Gobierno, pero yo no saco de la ecuación a nadie.
-¿A Vox tampoco?
-Bueno. Por principio democrático yo no descarto a nadie para nada. Es verdad que Vox mantiene algunas posturas y algunos postulados incompatibles no ya con el ideario del Gobierno del PSOE, a veces hasta con el espíritu constitucional de la Democracia. Es una pena porque yo soy de la opinión de que tendríamos que intentar entendernos todos en algunas cosas, pero lo ponen muy difícil, la verdad.
-Con respecto al uso del asturiano, ¿tiene alguna medida prevista en el caso de que algún diputado se queje de que no entiende alguna intervención?
-No se contempla en el reglamento y espero que no se reproduzcan debates un poco absurdos como los que hubo en la pasada legislatura.
-Si fuera oficial, ¿habría que tener pinganillos o traductores como en el Congreso?
-Si fuera oficial el asturiano, no creo que los diputados necesitáramos pinganillos ni otro artificio para entendernos.
-¿Cree que hay una verdadera demanda social para la oficialidad?
-Demanda hay, lo que no sé es medirla o cuantificarla. Yo no soy un ferviente devoto de la oficialidad, pero tampoco alguien que la rechace en absoluto. Creo que forma parte de nuestra cultura y que hay que impulsarla, pero creo que no existe un problema en Asturias. Hay colectivos que quieren dar ese paso y el Estatuto de Autonomía pide lo que pide. Lo demás son especulaciones porque no hay encuestas o estudios sobre cuántos asturianos quieren la oficialidad y cuántos la rechazan.
-¿Debe potenciarse o eliminarse el formato de las comisiones de investigación tras lo ocurrido con la del Gitpa?
-Hay que concebirlas como lo que son, algo excepcional. No se puede montar una comisión por cualquier asunto.
-Usted, que asistió a la homilía en Covadonga el Día de Asturias, ¿qué sintió al escuchar al arzobispo?
-Me pareció una descortesía porque, aunque cada uno puede pensar lo que quiera y es respetable, cuando se está celebrando el Día de Asturias, el día de todos, no es el momento ni el escenario para que el arzobispo vuelque todo su bagaje ideológico, cuando además tiene enfrente a invitados que, como yo, acudimos por cortesía. En mi caso, aunque sea ateo, porque represento a la Junta, que es la casa de todos los asturianos y, culturalmente, hay mucho asturiano católico. Fue una especie de arenga política fuera de contexto con la que yo creo que el arzobispo se equivocó. Una homilía, de hecho, que comenzó con una agresividad que yo no entendí hacia la Agenda 2030 y hacia el movimiento ecologista, y que precisamente esta semana quedó desautorizada por el Papa, quien condenó a aquellos que negaban el cambio climático.
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