Revilla y Barbón 'batallan' sobre los orígenes del Rey Pelayo

¿Existió el Rey Pelayo? ¿Era asturiano o cántabro? La pregunta admite debate y batalla, como quedó patente ayer en el encuentro entre los tres presidentes del noroeste, donde el cántabro Miguel Ángel Revilla trató de acercar la figura histórica a su orilla ante la resistencia que tuvo que oponer el asturiano Adrián Barbón.

Oficialmente los presidentes se reunieron en el monasterio de Santo Toribio de Liébana para inaugurar el primer mojón del Camino de Santiago que se coloca fuera de Galicia y dentro de España. Aprovechando ese objetivo Revilla se encargó de introducir en la agenda una visita a Cosgaya, pueblo donde dice la leyenda que vivía Pelayo.

Adrián Barbón trató de evitar que se desencadenara en contienda. Dijo que era un «precioso lugar que algunos historiadores reivindican como su lugar de nacimiento. Para un presidente de Asturias este debate entre historiadores resulta un tanto comprometedor; no obstante, les aseguro que hoy no habrá batalla por Covadonga».

La referencia no amilanó a Revilla, a quien el retraso de Barbón para llegar a la hora convenida ya había dejado intranquilo. «¿Qué pasa? ¿Que se quiere dar importancia el asturiano? Voy a echarle la bronca», prometió al inicio de la mañana. La referencia pelayina terminó de animarle: «Hoy hay muchos historiadores que se inventan la historia, pero esta es la realidad. En esta zona entre Asturias y Cantabria se fraguó el comienzo de lo que hoy nos llena de orgullo que es España». Para reafirmarlo, llevó a Barbón y Alberto Núñez Feijóo al monte Subiedes, donde «culminó la batalla iniciada en Covandoga», según relata la crónica albeldense, del año 883, y que se reproduce en parte de un hito.

«Las huestes persiguen a Pelayo hasta aquí, a cinco kilómetros de su casa, pero la providencia hizo que cayera una tormenta de piedras, un argayo, vamos», proclamó el presidente cántabro. Barbón, dando la batalla, replicó: «Ahora es cuando le doy la vuelta a la cosa y digo que esto era entonces Asturias».

Ante la mirada de unos turistas madrileños a los que la comitiva sorprendió comiendo, siguieron las pullas y confidencias. Así Barbón reveló a Feijóo que no era la primera vez que las tenía con Revilla: «Ya me dijo una vez que este es ante el único rey que inclina la cabeza». El cántabro lo confirmó y dijo que cuando llega a la estatua de Pelayo le pone «una pulsera, pero le dura poco, enseguida se la quitan».

Revilla llevó a sus homólogos hasta Cosgaya, donde convenientemente el gobierno autonómico colocó una estatua de Pelayo en 2011 para hacer cántabro al rey astur, y luego los tres siguieron la tertulia en un restaurante. Por supuesto, hubo anchoas y cocido lebaniego.

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