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Marta Valle, de la Escuela de Educación Infantil Gloria Fuertes de Gijón, en la entrada arienza
Coronavirus en Asturias

«¿Sirvió de algo ponernos la dosis?»

Los docentes vacunados con AstraZeneca dicen estar «perplejos» ante la suspensión del proceso y piden «claridad ante el limbo» en el que quedan

Miércoles, 17 de marzo 2021

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¿Y ahora qué? Es la pregunta que se hacen los docentes de Infantil y Educación Especial que el fin de semana recibieron la primera dosis de la vacuna AstraZeneca y que han visto cómo solo 48 y 72 horas más tarde se suspendía su administración para investigar los casos de embolias aparecidos en varias países europeos. A la noticia se sumaba ayer otra «muy descorazonadora»: la muerte a los 43 años de una profesora de un instituto de Marbella por una hemorragia cerebral tras haberse vacunado y sin sufrir una patología previa.

La palabra que más repiten los profesores asturianos es «incertidumbre» y los sentimientos son muy variados. «Me enfadé mucho», confiesa Silvia Feito, profesora de la escuela de Cadavedo, perteneciente al Colegio Rural Agrupado Álvaro Delgado, de Valdés. «No es que desconfíe de la vacuna, sino de quien organiza. Hoy oyes una cosa; mañana, otra... Y eso genera desconfianza, inseguridad y hasta miedo».

Lo indica después de haber sufrido unos efectos secundarios que muchos comparan como «una gripe brutal» de veinticuatro horas y que, de hecho, han experimentado cuatro de los seis profesores de esta información: Silvia, Ilda, César e Inma. Mucho cansancio, fundamentalmente, revoltura; fiebre, dolores musculares y de cabeza figuran entre los citados. «Dudé si acudir o no el viernes al Hospital de Jarrio. Al final fui con mis cuatro compañeras del CRA. Lo hice por el bien común, porque si nos vacunamos, nos protegemos todos».

Ahora, tras la suspensión durante dos semanas, las interrogantes que se le plantean son unas cuantas: «¿Sirvió de algo ponernos la dosis? ¿Nos van a poner la segunda u otra vacuna? En el caso de que nos pase algo, ¿quién se hace responsable? Son cuestiones que me preocupan bastante. Espero que la decisión se quede en eso: en mera prevención», pero, como sus compañeros, Silvia pide transparencia.

De desconfianza habla también Ilda Mónica López, profesora de Pedagogía Terapéutica del colegio Begoña de Gijón. «Fui al Palacio de Deportes ilusionada, con ganas de que nos inmunicemos todo s y salir para adelante», pero la suspensión de la administración ha supuesto «un jarro de agua fría», dice. «¿En qué posición nos deja a los que nos acabamos de vacunar? Me la puse porque confiaba en el sistema. Si está autorizada, habrá unas garantías de seguridad. ¿Ahora qué ocurre? ¿Ya no las hay? Dicen que la retiran por prudencia. Entonces, ¿la suministraban con imprudencia? Espero que los casos de trombos sean aislados».

Para César Rodríguez, profesor de Infantil del Corazón de María de Gijón y que aún arrastra secuelas del «tremendo cansancio» que le trajo la vacuna, su «escepticismo inicial se confirma. Desde mi punto de vista, este proceso se ha hecho demasiado rápido y se ha priorizado la economía sobre las personas, que somos el conejillo de Indias. La pandemia nos afecta a todos y alguna solución había que buscar, pero lo veo apresurado todo».

«Ante la duda, mejor parar»

María José García, del colegio público El Plaganón, de Sevares, (Piloña), admite que fue «un poco intranquila el sábado al HUCA ante las noticias que iban apareciendo» y afirma no entender «por qué aquí no se paralizó antes la administración, si ya en otros países se estaba optando por ello. Ante la duda, es mejor parar y ver si esos trombos tienen relación o no o son espontáneos». Aun así, es partidaria de la vacuna porque es persona de riesgo debido a una enfermedad reumática y trabaja, como el resto, con niños de Infantil, para los que la mascarilla no es obligatoria. Como ella, Marta Valle, de la Escuela de Educación Infantil Gloria Fuertes de Gijón, no sufrió efectos secundarios, muy al contrario que un buen número de compañeras de centro. Incluso cuatro no pudieron ir el lunes a trabajar. «Tenían tiritona, 39 y hasta 40 grados de fiebre... Y luego ves que suspenden la vacunación. Te quedas con miedo y ahora estás en alerta ante la más mínima cosa».

En este sentido y, aunque fue «muy motivada» a la primera inoculación, echa en falta «mayor información y sinceridad, porque no sabes a qué te expones realmente y te sientes un poco engañada. La víspera te dan una hoja en la que te indican que te tomes un paracetamol una hora antes de vacunarte y a las seis horas. Hay compañeras que me dicen que si lo llegan a saber no hubieran ido».

A la espera de cómo transcurren los acontecimientos, se pregunta qué va a pasar con los docentes que «quedamos en este limbo»: «Con la primera dosis, en qué tanto por ciento estamos cubiertos frente al virus?».

Pensar en los opositores

«Perpleja» es como dice Inma Miranda que se quedó al conocer la suspensión. Aun así, es optimista: «Espero que sea un impasse y luego continúe el proceso», afirma esta profesora del colegio de Educación Especial de Latores, en Oviedo. «Confío plenamente en la ciencia. Es la única manera de parar este virus y volver a una mínima normalidad», indica, aludiendo «al curso súper duro» que les está tocando afrontar. Especialmente en centros como el suyo, con alumnado sin mascarilla, moviéndose en aulas pequeñas y donde en vez de aislamiento «hay que trabajar la competencia social». «Lo que quieres es salir de ésta, que los chavales estén vacunados», dice Inma, para quien quedan muchos «frentes abiertos», como «qué van a hacer los opositores de Secundaria, que serán los siguientes, cuando les toque la siguiente dosis y sientan estos síntoomas en un examen. O con los profesores de 55 años».

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