Torcuato Fernández-Miranda, el estratega asturiano que hizo posible la Transición
Torcuato Fernández-Miranda fue clave para que España recuperara la democracia tras casi cuarenta años de dictadura. La astucia del jurista gijonés logró lo que parecía imposible: que el franquismo decidiera inmolarse
En un momento en que España parecía condenada a repetir los errores del pasado, la figura discreta de un jurista asturiano cambió el rumbo de ... la historia. Sin proclamas, sin grandes gestos y desde los pasillos del poder, Torcuato Fernández-Miranda diseñó la arquitectura legal que permitió desmontar una dictadura de casi 40 años desde dentro. «De la ley a la ley a través de la ley», fue la frase que se le atribuye y que explica el complejo proceso que permitió a los españoles recuperar la democracia tras casi ccuatro décadas de un régimen totalitario. Su papel, muchas veces eclipsado por nombres más visibles, fue en realidad decisivo. Esta es la historia de un hombre astuto, que convirtió lo que en aquella España de los años setenta parecía imposible, como era que el propio franquismo decidiera inmolarse, en inevitable.
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De Gijón al centro del poder
Nacido en Gijón en 1915, Fernández-Miranda creció en un entorno donde el esfuerzo intelectual era norma. Su paso por la Universidad de Oviedo y por Zaragoza lo consolidó como uno de los juristas más prometedores de su generación. Asturiano de carácter –sereno, reflexivo, práctico–, desarrolló una mirada política basada más en la técnica y la ley que en la ideología. Ese rasgo marcaría su trayectoria y el futuro del país.
Un franquista atípico
Durante el franquismo ocupó cargos relevantes: gobernador civil, alto funcionario, profesor universitario y, finalmente, ministro. Integrado en las estructuras del régimen, nunca lo estuvo en su inmovilismo doctrinal. Entre quienes lo conocieron, existía la convicción de que su fidelidad era al orden jurídico, no a la petrificación política. Esa dualidad –hombre del sistema, pero no rehén de él– sería su mayor fortaleza en la hora decisiva.
Con Carrero Blanco
Su llegada a la Vicepresidencia del Gobierno y a la Secretaría General del Movimiento durante la presidencia de Carrero Blanco lo situó en la cúspide del régimen. Desde allí impulsó reformas administrativas y jurídicas destinadas a flexibilizar un sistema que él sabía condenado a transformarse tras la muerte de Franco. El atentado que acabó con la vida de Carrero en 1973 aceleró ese proceso y dejó a Torcuato Fernández-Miranda en una posición clave para orientar la inminente sucesión.
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El mentor de Juan Carlos I
Años antes había sido tutor político del entonces Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón. Fue una relación que se transformaría en un vínculo de confianza crucial para el futuro. Torcuato enseñó futuro Rey no sólo la estructura jurídica del Estado franquista, sino el valor político de la legitimidad democrática. Cuando Juan Carlos fue proclamado Rey en 1975, Fernández-Miranda se convirtió en su principal guía en el terreno jurídico y estratégico.
El 'búnker' se planta
Tras la muerte de Franco, el sector más duro del régimen –el conocido como 'búnker'– identificó en Torcuato a un reformista peligroso, capaz de desmontar el franquismo desde dentro. Sus maniobras impidieron que el Rey lo nombrara presidente del Gobierno. Pese al respaldo de Juan Carlos I, el 'búnker' impuso a Carlos Arias Navarro. Pero lo que parecía una derrota resultó ser, paradójicamente, el movimiento que permitiría a Torcuato operar desde un lugar más decisivo: «Le seré más útil como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino que en la Presidencia del Gobierno», le dijo a Don Juan Carlos cuando tuvo que decidir si mantener a Arias Navarro en la Presidencia del Gobierno o sustituirle.
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La jugada maestra
Cuando Arias Navarro fue obligado a dimitir, correspondía a Fernández-Miranda, como presidente del Consejo del Reino, presentar al Rey una terna de candidatos. Torcuato maniobró para incluir a Adolfo Suárez, un político joven y astuto, subestimado por la vieja guardia franquista. «Estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que el Rey me ha pedido», dijo el presidente de las Cortes tras la reunión del Consejo del Reino donde se decidió la terna de nombres propuestos al Rey para suceder a Arias Navarro. Aquella decisión permitió al monarca designar al único candidato capaz de liderar políticamente el cambio que Torcuato había diseñado en el terreno jurídico.
«De la ley a la ley»
La gran obra de Fernández-Miranda fue la Ley para la Reforma Política, el instrumento que permitió que las Cortes franquistas votaran su propia disolución. «Estoy en disposición de darle Su máxima –»de la ley a la ley«– no era un eslogan: era una estrategia. Utilizar los resortes legales del régimen para abrir una vía pacífica hacia un sistema democrático. La ley fue aprobada en noviembre de 1976 y ratificada en referéndum por abrumadora mayoría. A partir de ahí, España quedó encaminada hacia elecciones libres y un proceso constituyente.
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Su relación con Suárez
Durante los primeros meses de la Transición, Suárez y Torcuato formaron un tándem decisivo. Pero pronto el presidente del Gobierno empezó a actuar con mayor autonomía, generando cierta distancia entre ambos. Aun así, Fernández-Miranda supo reconocer en Suárez la audacia que requería el momento histórico.
El adiós silencioso
Tras las elecciones constituyentes de 1977 fue nombrado senador real, pero poco después se retiró de la primera línea política. Prefirió volver a la academia, la reflexión y la vida privada. Falleció en 1980 en Londres, sin haber reclamado nunca protagonismo. Su legado, sin embargo, es indiscutible: sin su mano legal, su visión y su estrategia, la Transición española habría sido muy distinta.
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