«Estas son las semanas en las que más fácil es ver a los osos en Asturias»
Los animales dejan atrás la hibernación y buscan pasto y cadáveres para reponerse. Las madres con crías se refugian cerca de los pueblos
Entre Galicia, Castilla y León, Cantabria y Asturias moran unos 370 osos, según las últimas estimaciones de las administraciones autonómicas. Los censos consideran que la subpoblación del oriente de la cordillera, con 120 ejemplares, sigue creciendo mientras la occidental da muestras de estabilidad.
Si se echa la vista atrás, la evolución es favorable. Un estudio de la Fundación Oso Pardo estima que entre la temporada 1993-1994 y la 2017-2018 «se ha producido un incremento del 10% anual del número de osas con cría», progresión que facilita a futuro su cambio de estatus. De momento sigue considerada En Peligro de Extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
La recuperación de la especie tiene consecuencias. Entre 2009 y 2018 se tramitaron 585 expedientes de daños, con un coste de compensación de unos 250.000 euros anuales, según el último libro editado por la fundación y que concluye que el balance es con todo muy positivo.
El cuidado y atractivo de la especie generaría según la fundación 350 empleos en los 26 municipios más oseros, con un volumen de ingresos de 20 millones anuales. El trabajo identifica a Proaza, Somiedo y Teverga como los concejos con un mayor porcentaje de negocios cuya imagen y actividad depende de la presencia del oso. Hay por tanto una economía rural que se asienta en un hecho cada vez más frecuente: el avistamiento en vivo y en directo de un auténtico oso pardo cantábrico en libertad. Un hecho que ahora más probable.
«Estas son las semanas en las que es más fácil verlos. A finales de abril y principios de mayo es cuando salen de la osera, dejan atrás la hibernación y tienen una necesidad comer perentoria», explica Carlos Nores, doctor en Biología. «Hay dos fuentes de alimentación con la que cuentan ahora, una es abundante y poco nutritiva, la hierba. Por eso es fácil verlos pastar», expone. «La segunda fuente es más escasa pero mucho más nutritiva, y es dar con el cadáver de algún animal muerto en invierno», añadió.
Esa dieta provoca que ahora su zona de acción sean las praderas, lo que facilita ser avistados a distancia. Entre septiembre y octubre ya hay bellotas que los atraigan a zonas más boscosas.
Cambio tras generaciones
Hay distinciones por sexo y edad del animal. «Hay madres con crías que se mueven cerca de los pueblos para mantener así distancia de los machos y evitar que cometan infanticidios», comenta. En esta especie los machos cuando localizan a una madre con esbardos tratan de acabar con las crías para facilitar que la hembra vuelva a tener celo. Este uso de las zonas pobladas como refugio es también un signo de que las cosas cambian. «Hace 50 años a ningún oso se le habría ocurrido acercarse a un pueblo porque le pegaban un tiro, ahora hay generaciones que han ido aprendiendo que son entornos más amigables», indica Nores.
Estos factores están detrás de vídeos como el grabado el pasado fin de semana, en Somiedo, en el que se ve dos crías cruzando la carretera. «Es importante saber actuar ante un encuentro fortuito y seguir algunas recomendaciones para preservar la seguridad de las personas y favorecer el desarrollo de esta especie en el entorno natural», indica la Fundación Oso de Asturias. De dar con ejemplares en la carretera aconsejan detener la marcha, poner las luces de emergencia y seguir dentro del coche. Solo cuando los animales hayan salido de la zona cabría retomar la marcha. Lo habitual es que la madre esté cerca y de haber percibido que algún humano se acercaba a sus crías podría haber salido en su defensa. «Nunca debemos seguir a los animales, ni desde el vehículo ni a pie», añade.
