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Adrián Iglesias, ganadero asturiano: «Ahora los precios de la carne son aceptables, pero vivir de esto es atrevido»
Los participantes en el Certamen de Ganados de Avilés critican que no puedan utilizar las literas y las duchas que tenían a su disposición en anteriores ediciones
En función de las canas, así las quejas. Los ganaderos ya jubilados son los que más se duelen de un sector que parece que nunca va bien. Son las generaciones más jóvenes las que contextualizan la situación de la ganadería en Asturias. Adrián Iglesias, de Llanera, lo ha mamado desde pequeño, pero él está al frente de una ganadería desde 2014. «Los ganaderos tenemos fama de quejicas, pero es que hemos tenido años muy malos, en los que los precios no cubrieron costes y eso provocó un cierre masivo de ganaderías, sobre todo de leche, y ahora hay escasez y el monte está abandonado y por eso pasa lo que pasa (en referencia a los incendios», explicó durante el primer día del Certamen de Ganado de Avilés.
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Cree que «vivir de este sector es atrevido», de hecho él lo compatibiliza con otro trabajo, a pesar de que ahora «los precios son aceptables, también como consecuencia del peaje que pagamos». Se retrotrae unos años atrás para señalar que 2022 «fue uno de los peores porque vendíamos la carne a 5 euros el kilo y nos lo bajaron a 4,60». En 2023 llegó «una sequía brutal y hubo que sacrificar animales porque no podíamos afrontar el precio de alimentarlos».
Su suegro, ya jubilado, tiene objeciones a esta percepción porque «hace más de treinta años se pagaba el kilo de carne de ternero a 1.100 pesetas y ahora a 8 euros». Es especialmente duro con el gobierno, que asegura que «pasa totalmente» y que «prometen ayudas que no llegan, como la del mosquito». O, por poner otro ejemplo, «Asturias fue la última comunidad de España en la que se pudo pedir la PAC. ¿Es eso apoyar al campo?», se pregunta.
Gabriel Sánchez, de Caso, y José Ramón Ovies, de Corugedo, se quejan de la organización del certamen y de la retirada de las literas y las duchas que otros años tenían a su disposición en el recinto. «Se lo dije a la concejala y me dijo que había duchas en el Quirinal, pero hay un trecho hasta allí. Nos dan una dieta de 35 euros al día por venir, que no da para desayunar, comer y ahora dormir, y además han metido a gente que no tenía que estar en el sector por cosas graves que hicieron en un concurso reciente en Carreño».
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