Víctor Velasco | Responsable de producción del festival

«Cada año se quedan fuera de La Grapa cien bandas»

–¿Habrá festival más itinerante que este?

–Tal cual. Tenemos contratado un bono de viajes para ir por toda la ciudad. Nació en Santiago López, se nos desplaza a Carlos Lobo, en 2017 al parque de El Muelle, donde estuvimos muy cómodos y que fue un éxito de convocatoria. Es un entorno natural, muy acogedor, bonito y con buena acústica. Luego llegó la pandemia y tuvimos que ir a la pista de La Exposición. En 2022 iba a regresar al parque, pero en el último momento se nos desplazó a la plaza de Pedro Menéndez en unas condiciones no esperadas. El año pasado volvimos al lugar de nacimiento, pero no se pudo cortar el tráfico y desviarlo como pedimos y no era seguro. Ahora pasaremos de tener una única entrada, por un paso peatones, a múltiples. Y, como novedad y por petición del público, baños portátiles: una caseta doble para hombres y mujeres que va a permitir una decencia que va a superar los típicos químicos que se ponen siempre.

–¿Cuál es realmente el emplazamiento anhelado?

–Se intentó ir al Centro Niemeyer. Consideramos que es el sitio natural, adonde tiene que dar el salto para albergar a miles de personas, a esa plaza abierta al público como la definió el propio arquitecto brasileño. Se nos han ofrecido otros recintos como La Magdalena, pero con una fórmula de pago. Pero este festival es una apuesta municipal, forma parte de las fiestas de San Agustín y tiene que seguir siendo de acceso libre. Libre, que no gratis porque gratis no hay nada.

–En esta novena edición habrá seis bandas y más presencia española. ¿Qué es lo favorito de Víctor Velasco?

–Hace años mi socio Dani Allman me habló de Osaka Monaurail y llevábamos muchos años intentando traerlos. Me gusta mucho esa estética que bebe del funk. Pensamos que es el plato fuerte, por eso será el último concierto del sábado. Será un show enérgico y muy colaborativo porque van a tocar con Martha High, que ya estuvo en 2008. Y habrá otra sorpresa el sábado que no vamos a desvelar.

–Martha High y bandas como The Agapornis ya han estado. ¿Repiten porque gustaron o porque no hay más grupos?

–Cada año quedan cien bandas fuera de La Grapa porque no pueden entrar. No es que no haya sino que realmente lo que quisimos hacer con Agapornis fue igual que lo del años pasado con JP Bimeni. Cuando The Agapornis estuvieron en el año 2018, la banda se acababa de formar en 2016 y eran novedad. Hicieron un concierto memorable, muy enérgico y, desde entonces, no solo han pasado por todos los grandes festivales del país sino que han evolucionado y vuelven cono uno de los grandes favoritos.

–Hablar de festival consolidado ya se queda corto. ¿No?

–Tenemos una repercusión nacional muy grande y somos reconocidos a nivel internacional. Prueba de ello son conciertos como el de Acantha Lang el año pasado en exclusiva en España cuya actuación le ha abierto el mercado a otros festivales.

–Usted se encarga de logística y producción y Allman de la programación. ¿Cuánto se mete cada uno en el trabajo del otro?

–Tenemos un binomio en el que ninguno interviene en la parte del otro porque confiamos en lo que hace la otra parte. Él domina el terreno musical porque tiene años de experiencia y yo me encargo de la organización. Otros años lo organizaba el Ayuntamiento, pero este año recae todo en nosotros.

–Eso es novedad.

–Viene todo recogido en unos pliegos técnicos. Yo ahora paso a hacerme cargo de todo: el escenario, la electricidad… Implica tener más control sobre todo el festival.

–¿Cuánto tiempo llevan trabajando en esta edición?

–Se tiene que empezar a trabajar desde el día siguiente al que acabe la edición. Son los tiempos lógicos. Se trabaja a un año vista para hacerlo con comodidad y tranquilidad. Así se pueden cerrar bandas y empresas logísticas y patrocinios desde mucho antes y se puede anunciar el cartel en marzo, lo que redunda muy positivamente en la evolución del festival.