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Los Reyes Magos a su llegada al puerto deportivo donde les esperaban numerosas familias. FOTOS DIANA BAIZÁN

Avilés se ilusiona con los Reyes Magos

Cabalgata multitudinaria. Melchor, Gaspar y Baltasar desembarcaron en el puerto y recorrieron las calles de la villa en un desfile que presenciaron miles de avilesinos

ALEJANDRO L. JAMBRINA

Viernes, 6 de enero 2023, 00:50

Los Reyes Magos son los protagonistas de la noche más mágica del año y ayer su presencia en Avilés volvió a desbordar la ciudad en una jornada donde el buen tiempo facilitó la masiva asistencia a la cabalgata, un desfile multitudinario que llenó las calles de la villa de ilusión y de unos cuantos caramelos que sus majestades de Oriente repartieron a diestro y siniestro desde sus carrozas.

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Imagen. Melchor, Gaspar y Baltasar llenan Avilés de ilusión

Antes de que la comitiva se pusiese en marcha, Melchor, Gaspar y Baltasar cumplieron con la tradición de la villa y desembarcaron en el puerto deportivo. Lo hicieron a las seis en punto de la tarde, pero lo cierto es que una hora antes ya había cientos de personas esperándoles con nervios en el paseo Manuel Ponga. Fue un recibimiento digno de los Reyes Magos y ellos mismos lo reconocieron nada más poner un pie en tierra: «así da gusto volver a Avilés, nos reciben todos los años con mucha alegría y nosotros estamos muy contentos de venir a saludar a todos estos niños», proclamó micrófono en mano el rey Melchor, el más anciano y sabio de los tres.

Gaspar fue todavía más sincero en su discurso y confirmó que «los niños avilesinos han sido muy buenos este año, nadie se va a quedar sin regalos». Mientras que el bueno de Baltasar lanzó una pregunta al público: «¿os alegráis de vernos?», a lo que la multitud gritó un fuere «¡sí!» al unísono.

En ese 'paseillo' que llevó a sus majestades desde el muelle hasta sus coches oficiales se dieron los Reyes Magos el primer baño de masas de la tarde. También aprovecharon para escuchar las peticiones de algunos niños, los más ansiosos, que les recordaron qué regalos esperaban encontrarse esta mañana, al despertarse, en sus casas.

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Imagen. Así ha sido la emocionante llegada de los Reyes Magos al aeropuerto de Asturias

«Yo os pedí un disfraz, un juego para la consola y sorpresas en casa de mis tíos», les gritaba Nuria, de 5 años, desde los brazos de su abuelo. «Acordaos de mi casa que yo os conozco, os vi el año pasado y hablamos», les recordaba también Nicolás, de 6 años, a sus majestades de Oriente antes de que estos partiesen rumbo al colegio de El Quirinal para empezar con la cabalgata propiamente dicha.

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La comitiva arrancó la marcha puntual, a eso de las siete de la tarde, y no hubo calle del recorrido que no estuviese abarrotada de gente. Hizo buena temperatura y, sobre todo, no llovió, lo que permitió disfrutar de las carrozas y del espectáculo incluso desde la distancia, sin la incomodidad de los paraguas a los que muchos años se han tenido que resignar los avilesinos en este día tan especial.

Pero ayer hizo una noche espléndida y las calles se abarrotaron, también las terrazas de los bares e incluso los balcones de los edificios por los que pasó el desfile.

Sin duda unos privilegiados, aunque «no nos llegan los caramelos hasta aquí», gritaban algunos desde las ventanas con resignación, pero con buen humor. El recorrido diseñado este año para la cabalgata llevó a los Reyes Magos por la calle Fernando Morán, donde cientos de personas aguardaron su llegada con el teléfono móvil en la mano para

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inmortalizar un momento tan especial.

Abriendo la comitiva, como es costumbre, fue el príncipe Aliatar, el emisario real, acompañado por todo tipo de seres mágicos y nada menos que catorce jinetes llegados desde el lejano Oriente que le guardaron las espaldas.

El primer rey en aparecer a lo lejos, como marcan los cánones, fue Melchor, el más anciano y sabio de los tres. Lo hizo subido en una majestuosa carroza dorada, llena de luces, y rodeado de una banda de gaitas, para que el monarca de Oriente sintiese también la magia de Asturias.

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Melchor no escatimó en caramelos y trató por todos los medios de satisfacer por igual a los niños de las primeras filas, pero también a las familias que se quedaron más atrás y que también querían recolectar el preciado tesoro azucarado tan típico de las cabalgatas.

A pocos metros se vio aparecer al segundo de los magos, el rey Gaspar, al que saludaron con furor los avilesinos. A este rey lo acompañó un grupo de danzas orientales que hizo las delicias del público y los más pequeños alucinaron literalmente con un elefante rojo que jugueteaba con el público.

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Vuelta a casa por Navidad

«Esta muy guapo, el año pasado llovió y no lo disfrutamos tanto, pero hoy da gusto», reconocía Alba Carrasco y Luis Fernández, una pareja de avilesinos que viven en Córdoba, pero que cada año vuelven a casa por Navidad como el turrón.

«Las cabalgatas de Andalucía están muy bien, pero nos presta más verla en casa, no hay comparación», reconocían ambos, que además este año pudieron disfrutar por primera vez de esta noche mágica con su hija, Nuria, que con apenas 9 meses se lo pasó en grande y aplaudió a cada rey, bailarín, hada o paje que desfiló frente a ella por la plaza de la Merced.

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La pequeña Nuria también saludó a Baltasar, como no, el último rey que hizo acto de presencia pero uno de los más queridos por el público. El los balcones se volvieron locos con su presencia y él, sabedor del cariño que le profesan los avilesinos, se puso en pie sobre su carroza y trató de alcanzar las ventanas con un puñado de caramelos que dio en el blanco para alegría de una afortunada familia de la calle de La Muralla.

La cabalgata continúo por las calles del centro durante aproximadamente dos horas, mientras el actor y showman Alberto Rodríguez hizo de maestro de ceremonias, entretuvo y entrevistó a algunos de los niños que esperaban a los Reyes Magos impacientes desde la plaza de España.

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Pero antes de llegar al final de su ruta, los tres magos saludaron a todos los avilesinos desde sus tronos. No obstante, y pese a que estar en presencia de sus majestades de Oriente es muy emocionante, muchos niños se pusieron más nerviosos cuando vieron aparecer los camiones que transportaban los paquetes y regalos que los Reyes Magos iban a repartir horas más tarde por todos los rincones de Avilés. Todos estos paquetes iban bien escoltados, un año más, por los curiosos 'Vespartanos de Avilés', una suerte de pajes motorizados que con sus vespas arrancaron más de una sonrisa entre el público. Les acompañó cerrando la Cabalgata la Banda de Música de Avilés y como no, el mítico camión de bomberos municipal, el Pegaso Mofletes.

Llegada a El Parche

Eran las ocho y cuarto de la noche cuando la comitiva del rey Melchor hizo aparición en la plaza de El Parche, donde le esperaba una multitud de gente que quiso escuchar el discurso de sus majestades en vivo y en directo desde la plaza. Antes de que hablase, Melchor fue recibido por la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, y miembros de la corporación municipal.

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La propia edil de Festejos, Yolanda Alonso, celebró la multitud de gente anoche salió a las calles de Avilés e hizo un balance «muy positivo» de todo el programa festivo de estas navidades. «Estamos muy satisfechos, han sido unas fiestas fantásticas», celebró Alonso.

Pero al turrón, como dirían algunos. Los protagonistas eran los Reyes Magos y Melchor fue el primero en hablar. «Queremos compartir esta noche un pequeño secreto con vosotros, pero nos lo tenéis que saber guardar», comenzó diciendo Melchor. «¿Sabéis que es lo que hace que podamos ir a las casas de todos los niños del mundo desde hace mas de 2.000 años? Es lo que nos encontramos cada vez, vuestra alegría, el veros así de contentos y la esperanza de que esta noche se van a hacer realidad todas vuestras ilusiones», les confesó el rey.

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«Todo eso hace que volvamos a Oriente cada año mucho mas contentos porque estamos seguros que vosotros, los niños, vais a conseguir un mundo mucho mejor que el actual porque sois el futuro», les trasmitió el rey a los niños avilesinos, y les confesó que lo que más les gusta «es el amor incondicional que tenéis por vuestros abuelos».

Gaspar y Baltasar prefirieron no tomar la palabra y dejaron que el bueno de Melchor terminase el discurso desde el balcón del Ayuntamiento de Avilés. «Nos emociona que los niños renuncias en vuestras cartas a regalos para vosotros. En cambio, nos pedís cosas tan reales y emocionantes como que un amigo se mejore o que a los abuelos les duelan un poco menos los brazos para que puedan jugar con ellos».

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Así cerró Melchor su discurso, no sin antes instar a los pequeños a acostarse pronto para dejarles hacer su trabajo.

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