José Busto
«'El colmenero divino' es un auto sacramental y que con el humor hemos convertido en una profesión profana»
Dos estrenos teatrales en Avilés de sendas obras de Tirso de Molina y Lope de Vega hacen que José Busto (Gijón, 1973) viva un inicio ... de agosto más atareado de lo normal.
–Su obra mira a lo contemporáneo. Y, ahora, entra en el Siglo de Oro. ¿Por qué ese cambio?
–Fue un poco por casualidad. Siempre estuve distanciado del teatro clásico, salvo Shakespeare. El teatro del Siglo de Oro lo tenía bastante aparcado. El año pasado montamos 'El gran teatro del mundo' y quedé completamente enamorado y fascinado por el teatro del Siglo de Oro.
–¿Por qué?
–Aunque creas o te parezca que está muy lejos, que no tiene conexión con la realidad, descubrí que en ellos está todo. Sobre todo en los auto sacramentales. En ellos veo a Beckett, a Pinter. Son muy contemporáneos. Todos los grandes del teatro beben de ellos. Lo que hacemos es una relectura contemporánea y siempre con mucho humor.
–¿Qué verá hoy la gente en 'El colmenero divino'?
–Verá mucha diversión, mucho humor. Lo enfocamos como una procesión profana. Habrá música en directo con la soprano Susana Gudín y el vihuelista Alejandro Parino. Interpretarán temas barrocos.
–La obra es en Palacio de Camposagrado. ¿Cómo condiciona ese espacio escénico?
–Es un espacio brutal. No deja de ser un corral de comedidas contemporáneo. Los actores estarán en el centro y el público en los dos pisos. En vez de montar un escenario a la italiana, contra la pared, montaremos un escenario en forma de cruz y el público lo rodeará.
–O sea, destrozando la cuarta pared.
–Sí, es muy contemporáneo. En los corrales de comedia se destrozaba la cuarta pared. No había luces, no había nada. Eran los actores con el público en una ceremonia. El texto del auto sacramental responde a la religiosidad de la época y, con el humor, lo convertimos en una procesión profana y muy perfomántica.
–¿Perfomántica?
–Salimos de la interpretación del personaje. Los actores entran y salen, hay una relación intensa con el público que también deberá aportar en algunos momentos. Es muy interactivo.
–¿Qué le atrajo del texto?
–He hecho una adaptación tratando de ser lo más respetuoso posible y dejando el esqueleto. Es muy graciosa por el proselitismo de la religión, la didáctica sobre Dios como un colmenero y el alma que cosecha la miel, el oso como un elemento diabólico... Veo como mucha similitud con las redes sociales.
–¿En qué sentido?
–Son una especie de religión social. Todo pasa por las redes sociales. En Tik-tok puedes buscar cómo se hace cualquier cosa y encuentras mil videos y cada uno diferente. Al igual que la Iglesia intentaba recoger el rebaño en torno a la figura de Cristo, en las redes sociales hay diferentes iglesias profanas. Unos te intentan convencer de que debes ganar dinero, otros de que tienes que tener un bíceps, sobre cómo ligar... Es todo muy surrealista.
–Tirso de Molina fue mercedario en Raíces. ¿Influyó en la elección?
–No, no. El año pasado, cuando montamos 'El gran teatro del mundo' estuve buscando y tengo una carpeta llena de autosacramentales. A cada cual es más interesante y espero llegar a montarlos todos. En esa selección estaba 'El colmenero divino'.
–¿También 'Las cortes de la muerte'?
–Sí. El tema es el mismo: enseñar al pueblo cómo se debe ser en la vida. Tirso es más sindicalista, más pegado a la tierra, más sutil. Lope es más filosófico, más existencialista, piensa en la vida después de la muerte, en Dios, el demonio.
–Se representará en el teatro Palacio Valdés. ¿Más clásico?
–Un estilo más a la italiana, pero no será clásico.
–En sus textos, juega con el ritmo de la obra, como si fuese jazz.
–Sí, es algo que intento hacer siempre.
–¿Al adaptar un texto ya escrito tiene margen?
–Intento buscar mi dramaturgia. Es más complicado, pero lo intento. Siempre busco que haya mucho contraste. Tanto en Tirso como en Lope, los actores improvisan mucho, los fuerzo a improvisar. En las dramaturgias de textos que no son míos me apoyo mucho en el reparto, en cómo ellos perciben el texto, como lo viven. El ritmo me la dan muchas veces los actores. No soy nada dramaturgo.
–Una convocatoria de ayudas hace posible el montaje de 'El colmenero', ¿comienza a haber una política cultural de apoyo al teatro?
–Sí. Avilés siempre apoyo al teatro. Es sinónimo de teatro. Siempre me he sentido muy bien recibido y siempre ha habido un apoyo fuerte a los creadores locales. En las otras dos funciones también participan alumnos de ESADE y actores locales. Se está haciendo una labor fantástica, como en otros campos como el Celsius.
–Las jornadas de Siglo de Oro comienzan a florecer por España. ¿Puede Avilés subirse a ese carro?
–Puede y debe. Hay que potenciar los montajes que se hacen con más funciones, buscar más espacios, como puede ser la calle, a pesar del riesgo que implica en Asturias, sacarlo a la calle, porque el público responde.
–¿Una barrera es la falta de continuidad? Se hace un montaje y sólo dos o tres representaciones.
–Es el hándicap de Asturias. Vamos mejorando, sobre todo comparando cuando yo era joven. Te hablo de hace quince años. Es un camino lento, pero poco a poco vamos consiguiendo avances. Hace falta más inversión, sobre todo del Principado de Asturias. Somos muchas compañías en Asturias, de mucho nivel. La competencia está bien. Y el público siempre responde, aunque sea algo distinto. Sucedió con del teatro barroco. Nunca se había hecho un ciclo específico y, dando calidad, el público responde.
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