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Tania Vega llama a la policía al ver que los obreros van a iniciar una obra con los niños dentro. PABLO NOSTI

Material de obra y bebés, juntos en la Escuela de Jardín de Cantos

La reforma del espacio interior que dé cabida al alumnado del Virgen de las Mareas comenzó ayer sin que su directora fuera advertida

Viernes, 3 de enero 2025, 01:00

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En la Escuela de 0 a 3 de Jardín de Cantos hay clase estos días y aún así una cuadrilla de obreros se presentó ayer en el centro con la intención de comenzar la reforma de tres aulas para que el alumnado de primaria del colegio Virgen de las Mareas pueda comenzar el curso el próximo día 8 en este edificio. La directora Trinidad Suárez Cano no salía de su asombro y enseguida se puso en contacto con la consejería de Derechos Sociales, de la que depende la escuela. Fue inútil: las obras comenzaron con el levantamiento de dos tabiques de pladur y el traslado de mobiliario para indignación de padres, representantes sindicales de Educación y de las entidades sociales del proyecto de cohesión del barrio que ayer visitaron el centro para comprobar los espacios que quitan a la escuela y cómo su alumnado de 1 a 2 años queda constreñido en una sola aula.

«Nos hemos quedado sin el aula de siesta y hemos tenido que desmantelar la clase de 1 a 2 años, cuyo alumnado ha pasado a la de al lado. Es una situación ilegal porque la ley obliga a que haya contacto visual con el cambiador y aquí no lo hay», explicaba la directora. En total pierden tres aulas y esto obligará a «niños que pasan ocho horas aquí, de 8.15 a 17 horas, a estar todo el día en la misma clase, en la que también comerán y dormirán la siesta. ¿Cuándo se limpia el aula? Porque al quitarnos espacios tenemos que servir la comida en ese aula y caen restos al suelo. ¿Van a estar luego los niños entre ellos?», se preguntaba sin tener respuestas.

Mientras compartía su indignación con sindicatos y representantes vecinales y sociales, una de las madres pasaba también a la acción. Tania Vega, que acababa de dejar a su hijo de 22 meses en el centro, llamaba por teléfono a Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil para poner en conocimiento la situación. «Pero, vamos a ver, si en cualquier centro comercial se hacen obras cuando está cerrado, ¿Cómo se les ocurre hacerlas con niños dentro en pleno pico de infecciones respiratorias? Además, con radiales y taladros en un centro con niños muy pequeños, que están muy controlados, pero que también son escurridizos», alertaba.

«Ya era ilegal meter el CIFP del Deporte en el colegio y ahora nos meten el colegio en la escuela», lamentó Trinidad Suárez, que añadió que si el objetivo del ciclo de 0 a 12 años («Un invento que no he visto en ningún lado») es que aumente la matrícula del colegio Virgen de las Mareas no se va a conseguir. «No hay trasvase. En los dos últimos cursos solo han pasado dos familias», señaló.

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