El ciclo menstrual y el cerebro
Entender el cuerpo como una especie de lego, con piezas independientes que se unen mediante puntos de contacto o encajes, es una analogía que no siempre funciona para entender cómo funciona de verdad. El ciclo menstrual es un buen ejemplo de ello.
Podríamos empezar por aclarar que en las clases de fisiología de la universidad los profesionales científicos y sanitarios no estudiamos el «ciclo menstrual», estudiamos el eje de comunicación química, hormonal, que se establece entre el cerebro, los ovarios y el útero. Este eje regula dos ciclos coordinados, el ciclo ovárico y el uterino, la menstruación solo es una fase del segundo de ellos. Ambos ciclos están controlados por los niveles de varias hormonas, producidas por dos estructuras cerebrales: el hipotálamo y la hipófisis, en el centro de nuestro cerebro, y los ovarios. La intervención de estos niveles hormonales es clave en el tratamiento de varias patologías y en los métodos anticonceptivos hormonales.
Estos cambios no solo afectan a los niveles de estos mensajeros químicos, como la serotonina y la dopamina, también a la activación de regiones cerebrales a lo largo del ciclo. Se ha demostrado que, en mujeres con ciclos menstruales naturales de distintas edades, la fase preovulatoria exhibe la mayor complejidad dinámica en la actividad cerebral, especialmente en redes funcionales de reposo como la atención y el control cognitivo. Este dinamismo contrasta con la fase folicular temprana, al principio del ciclo, donde la actividad cerebral es menos variable. Además, los resultados destacan cómo la edad y las hormonas modulan redes específicas como el sistema límbico subrayando el papel del ciclo en la reorganización funcional del cerebro.
Estos estudios, por desgracia demasiado recientes, nos ayudan a entender parámetros importantes en el funcionamiento de aproximadamente la mitad de las personas, y precisamente por eso es tan importante entenderlos y compartirlos.