Día de la mujer y la niña en la ciencia

Nunca hubo tantas iniciativas para incentivar las vocaciones científicas en niñas. Yo misma participo regularmente. Pero cada año constato como los datos del instituto superior de investigaciones científicas (CSIC) muestran que las mujeres seguimos siendo minoría en los puestos de liderazgo.

Hace más de diez años que elegí una carrera de ciencias, una en la que las mujeres somos mayoría, he tenido el mismo número de jefes que de jefas en mi vida profesional. No me han faltado referentes femeninos en el ámbito biomédico. Ese contacto con las niñas que ya tuve la suerte de vivir hizo efecto en mí. Yo sabía que había mujeres que, partiendo de una posición sociocultural como la mía, habían llegado alto en la carrera científica. Tuve la suerte de ver en mi universidad a Emmanuel Charpentier y Jennifer Doudna, cuando recibieron el premio princesa. Yo estaba estudiando el grado, y esas mujeres que vinieron a dar una conferencia pronto fueron galardonadas también con el nobel. Unos años después, mientras terminaba mi tesis doctoral, otra premiada, Bonnie L. Bassler respondió amablemente mi pregunta tras su charla.

Tuve la suerte de empezar mi carrera profesional aprendiendo de una extraordinaria profesional, Rosa Sáinz, premiada por este diario por su carrera como científica. Sí, ocupaba una posición de referencia, sí, tiene un CV extraordinario, pude aprender de una mujer que dirigía un instituto de investigación.

Tampoco me faltaron los referentes más cercanos en edad, como Sara García Alonso, investigadora del CNIO y astronauta. Incluso muchas de mis amigas, también científicas, son para mí un referente. Pero, si tantas empezamos, ¿por qué lo dejamos incesablemente después de los 30? ¿Qué es eso, que cada día parece más cerca para mí, que sigue haciendo necesario el día de la mujer y la niña en la ciencia?

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