
La ética de los datos y la IA
El uso de la inteligencia artiificial es controvertido. La lista de detractores incluye a quienes se preocupan por la sustitución de mano de obra que, hasta ahora, llevaba a cabo tareas mecánicas o repetitivas, la seguridad de los derechos creativos de los artistas, o quienes reivindican un uso más responsable de los recursos naturales y critican el elevado impacto medioambienta de la IA. Muchas de estas preocupaciones consituyen una realidad objetiva, innegable.
Entiendo a estos escepticos, pero no puedo dejar de pensar que hay ciertos ámbitos en los que tenemos que emplear todos los recursos a nuestro alcance, en los que la sostenibilidad,si bien es importante, no puede implicar la pérdida de recursos. Creo que este es el caso de al investigación científica y la salud. Esta misma semana se publicaba en este medio una noticia sobre el desarrollo de un espacio de datos por parte de la Fundación para la Investigación Biosanitaria de Asturias (FINBA) y el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado (ISPA), con apoyo del SESPA y el despliegue de CUÉLEBRE. El FINBA data trust busca ser un espacio de datos seguros que nos permita hacer mejores predicciones para mejorar la salud de los asturianos mayores de 65 años, con datos del mundo real, integrando toda su información sanitaria para poder predecir riesgos y proponer mejoras realista aplicables de forma directa. Contrariamente a lo que puedan pensar los detractores, se basa en un concepto de salud única, que integra la de las personas, la de los animales y al del medio ambiente.
Creo que este sistema pionero es una buena noticia, un uso de la tecnología al servicio de la salud pública y el bien común. Creo que este es un buen ejemplo del uso de la IA que debemos defender.
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