Exposición en Gijón de Andrés Solla

Memoria de un suicidio colectivo que se transmuta en arte

Hay una imagen central de archivo que viaja a ese pasado. Lo hace con una mirada optimista, la de una pareja abrazada sonriente en blanco y negro. A su alrededor, una docena de imágenes captadas por Solla que conducen al hoy de ese lugar marcado por el trauma y el silencio. Lo hace el artista poniendo el foco de manera especial sobre los jóvenes para ahondar en la construcción de la identidad personal y colectiva en un lugar tan estigmatizado. Se busca una vía de reflexión, una suerte de reconstrucción simbólica.

Esas imágenes en color se completan con un trabajo audiovisual especialmente conmovedor. Lo es porque entre imágenes de la vida cotidiana de la población alemana hoy, se intercalan impresas sobre las pantallas las palabras que dejó escritas un hombre que fue testigo de aquella tragedia. Tenía diez años y su relato es absolutamente conmovedor, demoledor y revelador. Habla de un hombre que mata de un tiro a su mujer y cuando se dispone a disparar sobre un soldado ruso es fulminado por un granada, de una mujer que ata a sus hijos pequeños a su cuerpo para tirarse al río... Habla de violaciones, del horror con mayúsculas.