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La comisaria de la exposicion Gretel Piquer guió una visita para las autoridades asistentes a la inauguración. Paloma Ucha
Exposición en Gijón

Arte errante y mutante entre dos siglos en el Revillagigedo

El Revillagigedo inaugura 'La pintura contemporánea en la colección Unicaja', que se podrá visitar hasta que finalice el año

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 17 de octubre 2025, 06:50

Los caminos del arte son siempre hermosos y diversos. La creación bebe de tiempos y espacios distantes y distintos, se alimenta de lo que ... se hace en geografías tan inspiradoras como París, Bruselas o Nueva York y se deja nacer, ver y querer en lugares de la periferia, no centrales pero no por ello menos interesantes, vibrantes y emotivos. 'La pintura contemporánea en la colección Unicaja (1865-2000)' da buena muestra de cómo el arte ha ido evolucionando en siglo y medio siempre al amparo de las corrientes artísticas que van tomando lugar y dejando un poso de pura belleza. Son 84 las obras que desde ayer cuelgan de los sólidos muros del Palacio de Revillagigedo de Gijón procedentes de la colección Unicaja –incluidas muchas de la Cajastur– y con notable presencia de creadores asturianos. Son 84 obras de 77 artistas seleccionadas por Javier Barón y a las que Gretel Piquer ha integrado en un viaje cronológico con múltiples licencias temporales.

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Es un periplo que se articula en dos plantas y en siete secciones que ponen nombre a las escalas del camino. Arranca del realismo al simbolismo y en ese comienzo a finales del siglo XIX que avanza hacia el XX aparece el magnífico lienzo de Palmaroli de gran formato que retrata la Capilla Sixtina y que sirviéndose de la luz velazqueña rinde homenaje a Miguel Ángel, ejemplo perfecto de ese eterno mirar hacia atrás de la pintura, que aquí se presenta en cada sala con una iluminación particular, creando ambientes específicos para mostrar cada momento. Con Palmaroli están Fierros, Augusto Junquera, Telesforo Cuevas con un singular bodegón, Martínez Abades poniendo el pincel sobre la ría de Ribadesella, está la llegada del paisaje y las estampas urbanas para imitar la modenidad que se respiraba en Francia o Bélgica.

Se juega con la luz en la muestra de la misma manera que lo hacen Solana, Valle o Darío de Regoyos en una de las salas que bien puede ser el perfecto arranque del recorrido pese a que en lo temporal el posimpresionismo al que alude sea posterior a lo ya narrado. Son tres obras bien distintas que conducen hacia todos esos creadores hijos de familias industriales que pudieron con su acomodo dedicarse a ser artistas. Y no contentos con eso, quisieron ser renovadores, como Valle o Piñole, que comparten sala con grandes tan enormes como Julio Romero de Torres.

Las vanguardias llegan para cambiarlo todo. Y a ellas acuden Aurelio Suárez, María Blanchard, Vázquez Díaz, Pancho Cossío o Benjamín Palencia en una sala que permite descubrir a creadores no conocidos en Asturias, como sucede en toda la exposición, como es el caso de Delhy Tejero.

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La posguerra, con esa pintura que busca –mirando al pasado y el influjo de pintores como el Greco o con los paisajes– no molestar sale a escena con autores que, como Cossío, han de reconvertirse y con presencias asturianas tan destacadas como la de Trinidad Fernández. Todos ellos ocupan lugar en una primera planta que avanza por los caminos del informalismo con Orlando Pelayo, Antonio Suárez, Lucio Muñoz, Antonio Saura y Sanjurjo, dando algunos ya la bienvenida a la influencia del expresionismo abstracto norteamericano y con el grupo de Cuenca ganando protagonismo.

En la segunda planta, el informalismo dice adiós y aparecen la neofiguración y la vuelta a la pintura. Alejandro Mieres da la alternativa a un Úrculo de mirada popera, a Lombardía y otros creadores surgidos en los ochenta y los noventa del siglo pasado. Miguel Galano, Paco Fernández, Pelayo Varela, Carlos Coronas, Maite Centol, Pelayo Ortega o Melquíades Álvarez encuentran espacio en las paredes incluso con algún creador anterior pero que encaja perfectamente en el relato visual como Vaquero Palacios.

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Hay una gran sala en esa segunda planta que plantea una mirada internacional a ese final del siglo XX donde concluye el relato. En ella, los bocetos para murales que se hicieron en el propio palacio de Sol LeWitt. Uno de los pintores que los ejecutó fue Pablo de Lillo, asturiano presente en la misma sala junto a Mojardín y Vaquero Turcios dialogando con obras de gran fomato de Cabrita Reis, Markus Oehlen, Georg Herold y Koshut.

Con ellos finaliza un viaje visual del que se podrá gozar hasta que finalice el mes de diciembre y que ayer tuvo entre sus primeros disfrutadores al presidente de Unicaja, José Sevilla; el presidente de la Fundación Cajastur, César Menéndez Claverol, y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón.

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Unicaja compromete su «máxima colaboración» con el Principado

Está la muestra recién inagurada, explicaba el presidente de Unicaja tras la apertura de las puertas del Revillagigedo, compuesta en su «parte principal» por obras de los fondos de Cajastur. Sin concretar el número, José Sevilla reconoció que la selección realizada por el conservador Javier Barón proviene en gran medida de estos, que han sido «complementados con otras obras de la colección Unicaja». No evitó referirse al planteamiento del Gobierno asturiano de incluir las obras que pertenecían a los fondos de Cajastur dentro del patrimonio de los BIC y, aunque aseguró conocer el tema «por la prensa», expresó su intención de prestar «la máxima colaboración» al Ejecutivo del Principado «en lo que ellos requieran».

Tanto es así, amplió, «que estamos organizando esta exposición, que lleva muchos meses de trabajo, para compartir ese patrimonio que tiene el banco con todos los asturianos». Y, en este sentido, reiteró a los medios lo mismo que mantuvo en su discurso: «Para nosotros es muy importante estar cerca de nuestros territorios de origen, en este caso Asturias»

En la misma línea, el presidente de la Fundación Cajastur, César Menéndez Claverol, recordardo la vocación de «punto de encuentro cultural» del Palacio de Revillagigedo y su «firme compromiso» para seguir colaborando con las instituciones.

Por su parte, la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, agradeció a ambas entidades su colaboración y aseguró que «es un síntoma inapelable de que Gijón ha recuperado un lugar preferente en el circuito cultural nacional», para defender la Vía gijonesa como modelo cultural de éxito.

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