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Verónica García-Peña
Lunes, 20 de julio 2020
¿Quién es Carmen Mola? No lo sabemos. Alguien, hombre o mujer, que desde el anonimato ha revolucionado la novela negra española con su serie protagonizada por la inspectora Elena Blanco. Se dijo de ella, cuando salió su primera novela, 'La novia Gitana' (Alfaguara, 2018), que había nacido en 1973, era profesora de universidad y vivía en Madrid con su marido y sus tres hijos. ¿Verdad o mentira? Es un misterio. Lo que sí sabemos es que escribe de una manera muy dura, novela negra no apta para sensibles, y que una mosca negra en la portada es una señal para reconocer sus obras. También que sus libros gustan y mucho. De hecho, con la tercera entrega de la serie, 'La nena '(Alfaguara, 2020), ha vuelto a colarse entre los más vendidos.
Si solo pudiera escoger una palabra, solo una, para definir sus novelas, ¿cuál sería? ¿Y para definir el mundo literario actual?
Tendré que hacer caso a lo que dicen en la editorial: extremas, sin límites… Aunque no es lo que busco, yo sólo pretendo que sean muy entretenidas, que supongan un rato de desconexión de los problemas.
Para el mundo literario no tengo una definición muy elaborada: desconocido. No participo de él. Por lo que leo en las redes, cuando hablan sobre mí, veo que es como todos los mundos, desde la gente amable y generosa hasta los mediocres y mezquinos. Pero no creo que sea ni mejor ni peor que otros.
Matar a un personaje puede resultar traumático o terapéutico, según se mire y a quien se le pregunte. Veamos, si le dieran la posibilidad de rescatar a un personaje de la muerte literaria, ¿a quién salvaría?
Vaya pregunta difícil. A Sherlock Holmes ya lo devolvió a la vida Conan Doyle, así que no sirve. Creo que más que a personajes, devolvería a la vida a autores, para que pudieran seguir escribiéndolos.
¿Y a qué personaje literario mataría con toda su alma?
En este caso, ni personajes ni autores. Creo que cuando algún libro no te gusta es suficiente con que no lo abras. No entiendo la pasión de la gente por autocastigarse. Si no te gusta Elena Blanco, no me leas a mí; si no te gustan Bevilacqua y Chamorro, no leas a Lorenzo Silva, si no te gusta Antonia Scott, no leas a Juan Gómez Jurado. No sufras…
Almas… ¿por qué vendería la suya?
Tengo que preguntar, no estoy muy segura de que las autoras con seudónimo tengamos alma. A ver si me voy a poner a imaginar y a soñar y después no tengo alma para vender.
Si se le diera la oportunidad de nacer en otro país, cambiaría España por… ¿Por qué?
Italia, claro. En las novelas se ve que me gusta mucho la música italiana, aunque en 'La Nena' la he cambiado por la brasileña. Me llama también la atención Francia, no he ido mucho, pero siempre me ha gustado y me he imaginado a mí misma escribiendo en París, paseando y comprando 'baguettes'. Nueva York me apasiona, pero de visita, no para nacer allí.
Aunque voy a ser sincera. Me gusta España y me gusta vivir en Madrid.
Salvar el mundo. ¿Le apetece? ¿Con que héroe, real o de ficción, lo salvaría?
Salvar el mundo me daría una pereza creo que insuperable. Hay gente a la que le gusta y, sobre todo, hay gente a la que pagamos para eso. Que se ocupen ellos.
Puestos a usar a unos personajes de ficción, lo dejaría en manos de Mortadelo y Filemón.
Seguro que estará harta de peguntas sobre su identidad, pero ¿qué sería necesario para que nos dijera quién es en realidad? O que nos diera alguna pista.
Un poco harta sí que estoy, para qué nos vamos a engañar. Creo que no hay ningún motivo por el que lo desvelara de buena gana, aunque siempre podemos poner un cero más en el cheque.
Y si un día, tras el éxito cosechado, le dijeran que su próximo libro solo puede salir a la venta si desvela su auténtica identidad, ¿qué haría?
Volvemos a lo anterior, a la cantidad que figurara en el cheque. Pero aun así, en caso de hacerlo, sería en contra de mi voluntad. Mejor que nunca me planteen esa posibilidad.
¿Descubrirá quién es usted en algún momento o lo dejará como un misterio?
Por mí, lo dejaría como un misterio. Siempre lo digo y nunca me creen, si algún día se desvela, va a ser una desilusión. No tengo nada de especial.
¿Alguna vez ha pensado qué será de usted como escritora en el futuro? ¿Qué será de sus libros?
Hay una cosa que tengo muy clara, voy a escribir mientras gusten mis novelas y yo me divierta haciéndolo. Si eso dejara de suceder, Carmen Mola desaparecería igual que apareció, sin hacer ruido. Y quizá naciera otra autora desconocida que escribiera novelas románticas o del oeste. No me planteo el futuro literario, aunque todavía me divierto y pienso en nuevos proyectos, tanto con Elena Blanco como con otras historias.
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