«Tengo la certeza de que Kiker va a trascender a su tiempo»
El periodista de EL COMERCIO Adrián Ausín presentó, de la mano del Aula de Cultura, su libro 'En el reino de Kiker'
«Asturias es una tierra de grandes pintores y Kiker, para mí, es el más grande de todos ellos», confesaba ayer el periodista de EL COMERCIO Adrián Ausín, durante la presentación de su libro 'En el reino de Kiker'. La cita tuvo lugar en el Antiguo Instituto, de la mano del Aula de Cultura de este diario, y sirvió para redescubrir a un creador que, a pesar de que no expone desde 2017, «es una estrella luminosa», que va a estar en el firmamento del arte patrio «permanentemente».
Su brillo es imposible de apagar, tal y como Ausín fue descubriendo, según iba avanzando por esa senda 'kikeriana' que inició en diciembre de 2021, el día en que le propuso ser el autor de su primera biografía. «Ahí empezó todo. Me dio toda la documentación que tenía de su vida y obra y me pasé un año leyéndola y haciendo resúmenes».
Fue un trabajo arduo y «pasional», en el que el periodista retrató a Kiker «como pintor extraordinario y como ser humano», sin ánimo de hacer «una tesis doctoral», ya que sus letras miran más bien hacia la persona y hacia los lugares que la sostienen. «Hace catorce meses nos fuimos juntos al valle de Aller donde nació y yo, sin que lo supiera, fui grabándolo todo el rato. Ahí vi su fascinación por los orígenes y su maravillosa historia».
«Ese realismo mágico que acompaña al expresionismo 'kikeriano' tenía que fluir en esta novela»
Su pasado y el de sus padres y abuelos es un pasado colectivo, un pasado vivido por todos aquellos que habitaron ciertas épocas de Gijón, de Aller y de España. Ausín lo fue descubriendo en sus «vis a vis» en la «casa-museo» de este pintor, incapaz de vencer la timidez. «Él cuenta que donde descarga su exigencia, donde lo suelta todo, es en el lienzo, pero le cuesta salir a la sociedad a enfrentarse a un juicio».
Prefiere refugiarse en su estudio, entre caballetes y esculturas que escudan a un hombre «entrañable en las distancias cortas, con mil virtudes», pero que necesitaba poner un océano de por medio cada vez que inauguraba exposición. «Nueva York era su lugar más recurrente y su gran inspiración».
Allí esquivaba la vergüenza y, de paso, encontraba excusas para esos lienzos que ahora toman forma de páginas en esta biografía novelada. «El arranque de este libro lo decidí después de mucha reflexión y después de pensar que ese realismo mágico que acompaña al expresionismo 'kikeriano' tenía que fluir en la novela».
Y fluye a través de un personaje joven que conduce la historia. «Quise poner a alguien de pocos años porque, si me ponía a mí mismo –que tengo ya 57–, hablaría de tú a tú con el pintor, así que me parecía más bonito que alguien que está empezando la vida se asomara a esa fascinación» que despierta este creador que, a pesar de los éxitos y de los méritos, no tiene obra en el Museo de Bellas Artes.
«Se resiste a regalar una de sus piezas y eso también le honra», lanzaba Adrián Ausín al final de un acto –presentado por Paché Merayo–, en el que el actor Carlos Mesa puso la nota de humor, al meterse en la piel de Kiker y usurparle, por un rato, la corona de su reino brillante y particular.