Lioba Simon Schuhmacher, escritora: «Me chocó la maldad e hipocresía que hay aquí»
La narradora y catedrática de Filología Inglesa rescata en 'Desde un jardín de Lausana' la historia borrada de Clarisse Grenier, la 'loca' de las calles de Oviedo
Lioba Simon Schumacher (Colonia, 1959) publica con el nombre literario de Lio Shumer 'Desde un jardín de Lausana' (Almuzara), la impactante historia de Clarisse ... Grenier y su matrimonio con un gramático llamado Emilio Alarcón.
–Define su libro como una novela de investigación, ¿cuánto hay de realidad?
–Es una historia real que fue silenciada o modificada. Uno de mis objetivos era sacarla a la luz, pero en ella hay mucho más que esa historia, juego bastante con elementos o información contextual, intercultural o intetextual. Aparte de lo que se cuenta, que obviamente por morbo pueda interesar más, quiero verla sobre todo como una obra literaria con documentación engarzada.
–¿Cómo conoció esa historia y por qué decidió escribirla?
–Yo estudié aquí en la Universidad Filología Inglesa e Hispánicas y coincidí con el maestro. Entonces se oían cosas, pero no les hacíamos mucho caso. Y cuando salía el tema de la primera mujer de Alarcón (como lo llamo en el libro) simplemente se decía que estaba loca. Yo la vi una sola vez dirigiendo el tráfico en la calle y haciendo gestos raros, era evidente que estaba mal. Pero mi pregunta era: ¿y cómo llegó a eso?, porque no compraba la moto de que el maestro se hubiese casado con una loca. Para responderla había que ir al origen, a las fuentes, a cómo se conocieron.
–En el prólogo explica cuál fue el detonante para comenzar.
–La idea ya estaba latente pero ese detonante fueron los actos del centenario del maestro. Su primer hijo, Diego, había aportado a la exposición que repasaba su vida fotos del matrimonio de Alarcón con su madre, Clarisse, y el mismo día su viuda, Tomasa en el libro, ordenó que se retiraran. Desde luego en ningún momento se pone en cuestión el mérito del maestro, pero el homenaje y esa visión unilateral, ese querer dominar el relato, apropiarse de la narrativa, fue el motivo que me incitó a investigar.
–Hábleme de ese proceso.
–Pude contactar con su hijo Diego, fue difícil porque es alguien que no se prodiga nada. Al final nos hicimos amigos y comenzamos a investigar. Él tuvo acceso al historial psiquiátrico de su madre, también al expediente académico de su padre en Suiza que habla por sí solo y el mito queda bastante por los suelos: fue un lector que no cumplía con los deberes de sus clases, por ejemplo. Y la documentación principal fueel proceso judicial de separación, ocupa el lugar central del libro.
–¿A Clarisse le hicieron 'luz de gas'?
–En realidad fue algo más sutil y diabólico. Su marido no es que la minusvalorara, la ignoraba y la dejó tirada, prácticamente. Era un entorno en el que ella no tenía familiares, amistades, nada, y él era conocido, respetado. Ella era la daminificada y cuando toma la iniciativa de la separación quieren revertir la situación. El adúltero era él, a todas luces, pero querían encontrarle a ella un amante para mostrar lo contrario. Clarisse cayó en la trampa, hizo cosas poco prudentes y fue derivando a la locura.
–Un tribunal eclesiástico y en el franquismo no parecía favorecerla.
–Esa componente del franquismo y el machismo me he esforzado mucho en contextualizarla. Y es que él, además, juega en casa y eso lo explota totalmente. Clarisse está educada en el calvinismo y cree en la verdad, la transparencia, la justicia, no duda de que le van a dar la razón y el tiro le sale por la culata. En el proceso hay presiones a testigos, uno que declara a favor de ella dice que lo hace «a sabiendas de que puedo perjudicarme». En toda la historia lo que más me chocó fue la hiprocesía que hay detrás y la maldad de algunas personas. Pero mi novela no es una hagiografía ni yo Juana de Arco, tampoco un ajuste de cuentas, era poner en su lugar a una persona.
–¿La ha leído, Diego, el hijo?
–Él y su mujer fueron el gran motor. Ya de adulto él se dejó utilizar y era consciente. Para él recuperar la historia de su madre ha sido como un proceso de sanación. Haber contribuido a ello es mi mayor satisfacción personal, solo por eso ha valido la pena.
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