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En 2022 Manolo Díaz (Oviedo, 1941) recibía en Las Vegas el Grammy de Honor a toda su trayectoria profesional. Era el justo reconocimiento ... a alguien que puso su talento en promover el de otros y que ha sido uno de los nombres más influyentes de la industria musical en español. A él se debe la creación de Los Bravos, el éxito internacional de Julio Iglesias y el del 'boom' de la música latina o que Leonard Cohen compusiese su icónica 'Take this waltz'. Su sobrina, la periodista Belén Carreño (Oviedo, 1976), narra su fascinante vida en 'Ayer tuve un sueño. Manolo Díaz, sesenta años de música pop en español' (Debate). Hoy, 19 de febrero, ambos, acompañados del cantautor Víctor Manuel, lo presentarán en el antiguo mercado de Trascorrales de Oviedo (19 horas).
Por voluntad del protagonista el relato comienza en París a finales de los 70, cuando va a lanzar a Julio Iglesias como director europeo de CBS. Como explicaba ayer Belén Carreño: «Él considera que ese es el cénit de su carrera, un momento de luz. Profesionalmente todo lo que va a cosechar son éxitos: Julio, pero también Raffaella Carrá, Umberto Tozzi o Miguel Bosé. Ha dejado atrás su carrera como músico y se dedica a crear entre bambalinas la de otros artistas».
Pero si el final de la década de los 70 supuso su consagración como ejecutivo, la anterior no sería menos fructífera para aquel joven ovetense que se había ido con su familia a Madrid con apenas cuatro años y que tras estudiar Ingeniería Civil iba a montar el mítico grupo Los Sonor, promover la creación de otros no menos cruciales como Los Bravos y Los Pasos o debutar como cantautor 'protesta' con su disco 'Retablo' (1967). A éste último, revela Carreño, que le debe mucho sus viajes a Asturias, para conocer una región distinta «al Oviedo pequeño-burgués del que venía y conocer la realidad de una clase obrera que luchaba, frente a los ambientillos estudiantiles de Madrid». Así lo resume Díaz en el libro: «Oviedo acabó siendo canción protesta y Madrid sonaba a melodía pop». Con el inicio de la nueva década, daría un paso más al crear el grupo Aguaviva, con el que pondría música a los poetas prohibidos por la dictadura y al que considera, según su biógrafa, «el proyecto artístico del que más orgulloso se siente».
Las referencias a su tierra natal y a artistas asturianos abundan en estas páginas, desde su primer hit, 'Rufo el pescador', que cantó Massiel, a sus amigos Víctor Manuel, el pintor Úrculo, Luz Casal o Pipo Prendes, además de expresar su alegría por el éxito de sus paisanos Ilegales, Hevia o Melendi. Aquí relata también uno de sus episodios más agrios, el que vivió como presidente del patronato del Niemeyer. Tras recordar las figuras internacionales que desfilaron por el centro en su primer año, señala que al llegar Francisco Álvarez Cascos a la presidencia del Principado «una de sus obsesiones fue desmantelar el Niemeyer». Belén Carreño asegura que «fue un disgusto muy grande para Manolo. Se estaba cumpliendo el propósito de convertirlo en una referencia mundial y todo se fue al traste. Sigue sin entender cómo pudo cerrarse ese capítulo de forma tan desafortunada».
Aquí sigue teniendo su refugio, la casa de Luanco donde pasa todos los veranos. Hoy el Grammy asturiano volverá para compartir su historia universal en Oviedo.
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