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Tras varios años de silencio poético, Carolina Sarmiento (Avilés, 1981) regresa al fulgor reflexivo del verso con 'Vértigo en la boca' (Bajamar), un conjunto de ... poemas tan breves como cargados de potencia significativa y emocional.
El mismo título revela las claves del poemario, tal como explica su autora, basado en «la dualidad tanto del vértigo que puedes sentir en la boca porque eres incapaz de explicar lo que sientes, como de todo lo contrario. Ser consciente de que si dices lo que sientes, se transforma, todo cambia. Miedo a decir algo, vértigo a decir algo, o vértigo por ser incapaz de encontrar las palabras, que quedarían ahí también simbólicamente sin llegar a verbalizarse».
En ese sentido, Sarmiento apunta que «al final es una búsqueda de la palabra. Es la palabra que sana. Hay un poema muy corto que dice: 'Se buscan palabras, recompensa la calma'. Es simplemente eso, como una conciencia que te da la palabra sobre lo que sientes. Cuando logras nombrar tus sentimientos, encuentras esa calma. No busco ocultar nada, sino todo lo contrario. Busco nombrar y convertir en rezo, en mantra, ciertos sentimientos que cuesta verbalizar».
En cuanto a los propios poemas, apunta que «son sencillos, cortos, muy sonoros. Reflexiono entre la conexión entre el alma y la naturaleza. Para encontrar esas explicaciones recurro mucho al bosque, al mar, a los animales y ahí voy encontrando razones, explicaciones por la vía sonora, musical, evocadora; busco que la suma de esas palabras me expliquen lo que siento».
El resultado no es en forma alguna un soliloquio ni menos un lamento interior, sino más bien, revela la escritora, un diálogo «no solo conmigo misma y, sin que esto suene grandilocuente, yo creo que es un diálogo con el alma humana, un interrogante sobre lo que somos, lo que sentimos y la dificultad para expresar ciertos sentimientos que desconocemos». Algo que, en definitiva, «son las grandes preguntas. El enigma del amor, el enigma de la muerte, el enigma del miedo o el enigma de la alegría», añade.
Acerca de la diferente forma en que afronta la narrativa o la escritura de versos, para Sarmiento «la poesía no entiende de prisas ni de exigencias, tiene que ir saliendo poco a poco». También sus tiempos son otros: «la poesía surge y dejas un esbozo que a lo largo de los años puedes ir releyendo de vez en cuando y retocando hasta que encuentras ese mantra que te suena bien y con el que conectas la prosa. Yo me la tomo como algo diario, disciplinado, en el que trabajo, para no perder el hilo ni la historia». En todo caso, apostilla, «lo bueno de la narrativa, o de la manera que tengo yo de escribir, es que también uso mucho imágenes poéticas. Entonces creo que la prosa alimenta que no deje la poesía, lo cual me alegra muchísimo. Y publicar este libro ha sido una gran alegría».
El próximo 12 de junio lo presentará en La Librería de Villaviciosa, acompañada de Yasmina Álvarez.
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