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La Semana Negra, sin la noria en el horizonte, pero hasta arriba.

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La Semana Negra, sin la noria en el horizonte, pero hasta arriba. J. M. Pardo

La Semana Negra arranca de lleno

Sin su célebre noria pero con toda la esencia y el tirón de sus treinta y ocho ediciones, el encuentro literario vivió su primera gran jornada de asistencia masiva

Sábado, 5 de julio 2025

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La Semana Negra vivía su primera jornada de programa completo con el ambientazo habitual de cada nueva edición y especialmente cuando el buen tiempo acompaña, como era el caso de una tarde de sábado repleta de actividades y propuestas, en el que puede ser el último festival celebrado en el recinto del Naval y con la única ausencia clamorosa de la icónica noria que coronara la zona ferial del encuentro literario a lo largo de casi cuatro décadas.

Pero con supernoria o sin ella, el paisaje humano y la esencia absolutamente popular del festival decano de Asturias seguían haciendo historia en esta primera jornada de asistencia masiva. La animación en el entorno de los antiguos astilleros iría creciendo paulatinamente a lo largo de la tarde y en el interior del recinto se extendía desde los primeros puntos de encuentro, como la carpa de las librerías y del mercadillo, este año amenizada por música en directo y donde se registraban notables flujos de público desde las primeras horas hasta bien entrada la noche.

Visible era igualmente la asistencia en los distintos espacios que albergan las actividades puramente literarias de la Semana Negra, con presentaciones de libros, mesas redondas u homenajes como el que se brindaba ayer a la recordada activista Anita Sirgo en la Carpa del Encuentro. Mientras, por las calles del recinto del Naval, los viandantes se cruzaban en su recorrido con algunos de los nombres presentes en esta nueva edición, desde un Rafael Reig que paseaba divertido por la zona de puestos de comida, chiringuitos y atracciones, a Elia Barceló, Noemí Sabugal, Santiago Roncagliolo, Luis García Jambrina o el anterior director del festival, Ángel de la Calle, merodeando entre las carpas antes de sus intervenciones.

Tras el arco simbólico y conceptual que acababa de traspasar el escritor Reig, se abría una nueva dimensión del festival que invitaba a dejarse llevar entre el río de gente como en una gran romería en la que poder hojear las adquisiciones de libros en una terraza con una bebida refrescante a mano o a que las familias consintiesen de buen grado el gusto de sus chiquillos por subirse al Ratón Vacilón o a cualquier otra aventura de vértigo apta para menores con ganas de pasárselo bomba. Allí podían olerse –y hacer la pertinente cola para llevárselos calentitos– los célebres churros que reivindicó durante años el creador del festival, Paco Ignacio Taibo II, como complemento ideal de la cultura abierta a todos. La Semana Negra ya lo está y aún le queda un largo bagaje.

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