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Emocionado y agradecido, el periodista y escritor Andrés Ortega (Madrid, 1954) recibía ayer la noticia de que su obra 'Soledad sin solitud' había sido galardonado ... con el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos.
–¿Cómo ha recibido este premio?
–Para mí es un honor recibir un premio que lleve el nombre de Jovellanos y por supuesto estoy muy agradecido al jurado. Creo que en este caso se premia también un tema que es muy de nuestro tiempo.
–El jurado ha destacado precisamente la importancia del asunto que aborda. ¿Por qué la soledad?
–Llevo trabajando en ello bastantes años, aunque no había tenido tiempo para escribirlo. Me puse a desarrollarlo y fue cuando lo presenté, pero de hecho, hace unos años, bastante antes de la pandemia, publiqué un artículo en el diario 'El País' que llevaba ese título, 'Soledad y solitud'.
–¿Y de dónde surge la necesidad de tratar sobre ello?
–De mi observación de que la soledad, primero, es una condición del ser humano, pero también una condición creada por las circunstancias actuales, los nuevos medios de comunicación, las redes sociales, la digitalización, que nos roba nuestra atención y nos impide algo que es necesario siempre que no se abuse, que es eso que llamamos la solitud, que mucha gente llama la soledad deseada.
– ¿Es optimista con el futuro al que nos lleva este mundo hiperconectado?
–No. Yo creo que vamos hacia más robo de nuestra atención por parte de las redes sociales e incluso de la inteligencia artificial. Creo que este mundo digital en el que vivimos muy alterados, muy fuera de nosotros, nos impide ese recogimiento necesario que es estar con nosotros solos. Hay una cosa que dijo ya Pascal hace varios siglos: que toda la miseria de los hombres proviene de una única cosa, que es no saber permanecer en reposo en una habitación. Es una cosa que hay que aprender pero a lo que esta sociedad no nos ayuda.
–¿Cree que como sociedad no estamos preparados?
–Creo que la sociedad en la que estamos nos incita más a soledad que a solitud, pero que si hacemos un esfuerzo individual y colectivo recuperaremos esas formas de solitud y de relaciones que nos han robado. Ahora, las relaciones se establecen a través de redes sociales como Tinder y otras muchas, y creo que faltan esos ámbitos sociales que eran las fiestas de pueblos, los bailes... ese tipo de relaciones humanas.
–¿Hay algo que deberíamos estar haciendo diferente?
–Sí. Para empezar, saber desconectar de nuestros móviles, de la televisión, de muchas otras cosas, y lograr la retirada en uno mismo. Y creo que también es necesario fomentar la proximidad, la conversación en directo. Los teléfonos móviles sirven ya para todo menos para llamarse y hablar. Creo que hay que atender más a la gente, al vecino, al que vemos por la calle, y por supuesto a las amistades, que también han cambiado.
–¿Hay algún tema más que le preocupe y que piensa abordar en futuros ensayos?
–Sí, yo creo que el mundo al que vamos y en el que estamos se está volviendo muy complejo de gestionar, y creo que hay que analizarlo mejor y ver qué posibilidades tenemos desde España y desde Europa para construir un mundo mejor, pero sin imponer nada.
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