Lola Herrera: «Soy querida como si fuera la vecina del segundo y eso es lo que me gusta»
La veterana intérprete llega el fin de semana al Campoamor con 'Cinco horas con Mario', el monólogo de Delibes que la acompaña desde 1979Lola Herrera Actriz
M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Martes, 25 de mayo 2021, 04:17
Más de 40 años lleva Lola Herrera (Valladolid, 1935) dando vida a Carmen Sotillo en 'Cinco horas con Mario', que cinco veces cinco ha vuelto ... a las tablas siempre con el éxito como compañía. Con su buena salud, su magnífica memoria y la maravillosa genética que heredó de las mujeres de su familia, la actriz se sube este fin de semana al escenario del Teatro Campoamor de Oviedo.
-A usted las horas con Mario se le pasan volando.
-Sí, sí, se han pasado volando. Cuando me preguntan cuántas funciones llevo no sé qué decir, no se me ocurriría haberlas contado. No sé cuántas horas he estado con él pero sé que se pasan muy bien gracias al señor Delibes.
-40 años con el mismo personaje. No es lo habitual.
-Suena terrible así dicho. Afortunadamente, el personaje lo he cogido y lo he dejado cinco veces, si no hubiera sido de enloquecer. No es habitual, no.
-¿Por qué gusta tanto esta historia?
-Debe de ser que la historia en sí conlleva una serie de cosas que van muy unidas al ser humano. También exige situarse en la época en la que se desarrolla, que es como entrar en el túnel del tiempo. Pero esto del teatro es un misterio, nunca sabes exactamente. La obra en su momento fue un zambombazo y con el tiempo ha despertado curiosidad en todas las edades.
-El público de hoy no es el de hace 40 años. La mirada ha debido cambiar enormemente.
-El público la recibe muy bien, pero reacciona de una manera que no reaccionaba cuando se estrenó. Entonces era un silencio sepulcral, la gente ni respiraba, no se escapaba una sonrisa, cuando en la obra hay un humor corrosivo, muy castellano. También yo estoy diciendo el mismo texto, pero no soy la misma, como mujer también hay una manera de mirar al personaje que es otra. Y con el público pasa igual. Pueden tener flexibilidad y situarse en esa época y ver a una mujer con todas esas carencias, pero se ríen de muchas cosas porque les parecen prehistóricas. Cármenes siguen existiendo, pese a los pasos de gigante que hemos dado las mujeres en estos 50 últimos años. Salen hasta en el telediario y están ahí. A pesar de todo lo que hemos caminado, hay mujeres que trabajan contra sí mismas, defienden unos intereses que no son los suyos. Pero aunque queda mucho por recorrer, estoy orgullosa de las mujeres.
-¿Le duele que esas Menchus sigan por ahí?
-En la vida tiene que haber de todo. Pero sí, me duele, me gustaría que no estuvieran en esa tesitura. A Menchu la ayudó mucho su madre a equivocarse y la sociedad en la que vivía y el entorno no contribuyó a que mirara con otros ojos la vida.
-¿Y eso ya no ocurre?
-Todo es muchísimo más fácil. Pero hay gente que no ve más allá de sus narices. Aun consiguiendo lo que hayamos conseguido, tenemos que estar con la vara en alto. Todo lo logrado por las mujeres tiene una cierta fragilidad.
-¿Todavía se le acelera el corazón antes de salir a escena?
-No es que se te acelere el corazón, es la responsabilidad, tienes que estar preparada, tranquila. Recuerdo mis primeras épocas cuando empezaba en el teatro, me ponía un poco nerviosa, se me secaba la boca, ahora salvo que en una representación pase algo que te tenga en alerta, sales a disfrutar. Yo si estoy encima del escenario es porque disfruto. Es un trabajo muy duro, requiere una disciplina muy grande, pero tiene esa compensación.
-La supongo vacunada ya.
-Desde el 30 de marzo, que me pusieron la segunda dosis.
-Usted que siempre ha sido crítica con el olvido de los mayores, ¿cómo cree que se les ha tratado en la pandemia?
-No tiene perdón de Dios. La caja de la Seguridad Social ha mejorado bastante pero a costo del abandono. Y no es eso solo, es que generaciones que han pasado mucho se han ido malamente, solos, sin la atención que necesitaban, ahogándose.
-¿Cómo lleva girar en pandemia?
-El teatro es muy seguro y los dueños de las salas, los empresarios y el público hemos hecho panda y lo estamos haciendo divinamente.
-Y hasta suenan menos los móviles...
-Sí, sí, suenan menos. El público está menos perdido, más concentrado. Todos estamos más en lo que hacemos. Lo del teléfono no deja de ser una falta de respeto a tus compañeros espectadores y a la gente que está en el escenario.
-¿Se le acelera el corazón cuando le ofrecen un nuevo proyecto?
-Sí, ahí sí. Se me pone la sonrisa de lado a lado. No me la veo pero la noto, me sonrío desde dentro acariciando la idea de meterme en esa historia.
-¿Ya tiene algo nuevo por ahí?
-Tenemos una cosa en la que se está trabajando. Me queda todo este año con Mario, vamos con retraso de todo lo firmado por las cancelaciones, pero mucho más no voy a seguir, quiero que me dé tiempo a estrenar otra función.
-¿Y supongo que seguirá girando?
-La verdad es que me siento querida. Allá donde vamos, la gente acude, lo disfruta mucho y noto su cariño, siento que nos conocemos desde hace muchos años. Soy querida como si fuera la vecina del segundo. Y eso es lo que me gusta, esa sensación de cercanía.
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