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Mikel Erentxun inauguró los Íntimos del Botánico 2016.

Un jardín inevitable

Mikel Erentxun tocó en el Botánico para inaugurar su programa de conciertos íntimos ante un público entregado

jorge alonso

Sábado, 9 de julio 2016, 04:34

No se equivoque, un jardín inevitable puede ser delicioso, incluso de rosas, y en este caso más que nunca. Se inauguraba la temporada de los Íntimos del Botánico, ta vez la iniciativa más bonita del verano gijonés, y lo hacía con un nombre grande del pop español, Mikel Erentxun.

El cielo, que se fue despejando a medida que avanzaba la tarde, llegó al culmen por la noche. Y así, en Penumbra, comenzó el concierto en el Botánico. Al tema inicial le siguieron Desfile, Ojos de miel, Los muros de Jerusalén y La mañana.

Los gustos de cada cual son libres de balancearse al lado que quieran, pero el mérito del donostiarra está fuera de toda duda, no solo ha firmado una carrera casi inmaculada con Duncan Dhu, por cierto que Diego Vasallo, su otra mitad, anda de vuelta desde casi el mismo momento en el que dijeron hasta luego (los grupos, como las copas, no dan el definitivo adiós hasta que expiran) se embarcó en una aventura que pendió del hilo de aquella versión de los Smiths y fue caminando pasito a pasito a ritmo de orfebre hasta conseguir ser un nombre con derecho propio y pasado exuberante. En Gijón, el donostiarra se sintió como en casa, arropado por un numeroso público, la mayoría aprovechando las sillas dispuestas que recitaba las canciones al pie de la letra. Hasta hubo sorpresa por partida doble: por una parte, la de una fan que acudió al Botánico con los ojos vendados; y por otra, la reacción del propio artista cuando la vio emocionarse ante lo que se encontró al destaparse.

Mikel venía con Corazones debajo del brazo, su último disco, con un guiño más que evidente a sus problemas cardiacos afortunadamente superados. Llegó a verse más cerca de la luz de lo deseable, pero pudo volver a pisar la playa. No es un músico que se guarde el cancionero o que mantenga una lista férrea sin tener en cuenta el momento. Acompañó la acústica.

Anoche tuvo la deferencia de disfrazarse de verano y todo es un detalle, y el Botánico lució tan bonito como siempre, ahí sí que no hay fallo, sea el rincón que sea, porque los Íntimos van rotando, pero la belleza está asegurada. La belleza y la afluencia de público, siempre en ese punto justo tan complicado de hacer ambiente (que hubo, y bien chulo) y no resultar agobiante (que no lo fue en absoluto). Algo tiene el formato además que fomenta la cercanía del artista. En definitiva, una noche botánica e íntima.

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