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En lo que va de año, tres grandes pianistas nacidos en Rusia, Yefin Bronfman, Gregorio Sokolov y Arcadi Volodos –como estos dos últimos viven en ... España, castellanizamos sus nombres de pila– tocaron en Oviedo. El último de ellos, Volodos, ofreció este domingo, con un Auditorio entregado, un profundo y emocional recital con Schubert en el centro del programa. El pianista ruso interpretó los seis momentos musicales de Schubert, las transcripciones de Liszt de los lieder 'Letanía' y 'El molinero y el arroyo' y en la segunda parte la gigantesca 'Sonata número 20 en la mayor', penúltima de las composiciones para piano que creó Schubert.
Para Volados, el Auditorio es una plaza conquistada desde los tiempos anteriores a la pandemia. Le escuchamos entonces en un recital pianístico, en el que, si la memoria no me engaña, interpretó hace nueve años, la 'Sonata N.º 20 en la mayor' de Schubert, que de nuevo sonó ayer, junto a obras de Schumann y Brahms. También tocó con Oviedo Filarmonía, hace más de diez años, el 'Concierto para piano' de Brahms.
Vvolvió en esta nueva cita a entusiasmar al Auditorio de Oviedo, un público entregado que aplaudió con ganas al intérprete, que además del programa tocó tres bises, 'Minué' de Schubert, la rapsodia húngara número 13 de Liszt y una pieza muy íntima de Mompou. Por desgracia, cuando tocaba esta obra sonó estrepitósamente dos veces un teléfono móvil con una sintonía de artillería. Volodos se lo tomó aparentemente con humor y dijo: «Yo puedo esperar». Siguió tocando a Mompou pero ya no dio más propinas y eso que tenía a todo el público en pie aplaudiendo.
Volados hace cantar a Schubert con el piano. La claridad de la línea melódica, el fraseo, siempre natural y expresivo, la riqueza de matices, siempre con naturalidad y sin aspavientos, son algunas de las cualidades de este gran pianista que hemos disfrutado en el concierto de ayer. Sin duda, hay una identificación afectiva entre Schubert y Volodos, que el pianista, con seguridad y maestría, sabe transmitir.
Comenzó el concierto con los seis momentos musicales citados. Una versión muy delicada, intimista, pero con grandes contrastes de dinámica. Fraseos muy 'cantabiles' y una gran variedad expresiva. Sin pausa, interpretó las transcripciones de Liszt. Arcadi Volodos destacó especialmente la melodía cantada por el piano como un barítono. La segunda parte fue uno de esos grandes momentos schubertianos por los que en los compases se pasa de la tragedia, el desasosiego y a una emoción más resignada. Todas las obsesiones de Schubert, el camino, la muerte, el amor, fueron desfilando magistralmente en esta sonata y tuvo dos momentos culminantes: el andantino y ese final que trata de ser alegre y resignado pero que esconde un sentimiento trágico.
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