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Saint-Gil, en el patio de butacas del Campoamor, donde prepara 'Romeo y Julieta'. J. C. Román

Directora musical de 'Romeo y Julieta'

Audrey Saint-Gil: «El Campoamor es la mezcla perfecta entre intimidad y grandiosidad»

Está al frente de la nueva producción de la temporada de Oviedo, 'Romeo y Julieta' de Gounod, que se estrena el próximo 10 de octubre

Inés Barea

Gijón

Sábado, 27 de septiembre 2025, 23:29

Es una de las directoras operísticas de mayor prestigio en el panorama internacional y tras ponerse al frente de grandes producciones como 'La Traviata', 'Aida' ... o 'Carmen' por todo el mundo y de debutar en el Teatro Campoamor en 2022 dirigiendo a la OSPA en 'Hamlet', la francesa Audrey Saint-Gil se encuentra en Oviedo con un nuevo proyecto, la obra maestra 'Romeo y Julieta', de Gounod, que se estrena en el coliseo ovetense el próximo 10 de octubre.

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–¿Qué significa para usted representar Romeo y Julieta aquí, en el Teatro Campoamor?

–Este teatro, y es algo que he observado en todos los teatros españoles pero especialmente en este, está muy presente en la gente, en la calle. Parece que es más importante que el fútbol. Y además tiene el tamaño perfecto: puedes tener intimidad para los momentos de fragilidad y, al mismo tiempo, es lo suficientemente grande como para tener la majestuosidad que requiere este tipo de ópera. Es la mezcla perfecta entre intimidad y grandiosidad.

–¿Adapta su forma de trabajar en función de cada teatro?

–Por supuesto. Me adapto a la puesta en escena, a los cantantes y también al tipo de orquesta. Por ejemplo, si tienes una que tiene tanta pasión como las orquestas de España, lo único que tienes que hacer es guiarla ligeramente. Llegan con tanto fuego, en comparación con otras orquestas que tienen una forma de tocar más intelectual, que tienes que saber utilizarlo y orientarlos de otra manera. Lo mismo ocurre con los solistas.

–¿Percibe estos matices fácilmente?

–Sí, porque soy una persona muy empática, a veces demasiado. Puedo sentir de inmediato a las personas y además llevo trabajando con cantantes desde que tengo memoria. Tengo una especie de cordón umbilical con los ellos: lo veo, lo siento todo. Oigo su respiración incluso antes de que abran la boca. Además, hice un doctorado en filosofía griega, y mi tesis fue sobre la mayéutica, que es el arte de interrogar a las personas. Y eso ayuda mucho: tú sabes que tienen que llegar a un sitio determinado, pero el resultado siempre es mejor si les dejas llegar solos. Hay que dejar que se arriesguen, que sean más musicales, que sientan más, y yo estaré ahí para sujetarles y guiarles pase lo que pase. Una vez que tienes eso, lo has conseguido: los artistas son intrépidos, son la versión más expresiva de sí mismos.

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–Y en obras como 'Romeo y Julieta', una historia tan conocida por el público, ¿cree que es más complicado hacer este trabajo?

–No, porque aunque el público pueda acceder a grabaciones, una orquesta tiene un sonido diferente si está delante de una persona. En 'Romeo y Julieta', para mí, la música representa los cambios de luz en Verona. Cada acorde es un rayo de luz diferente sobre la ciudad. Estoy obsesionada con esto: para mí, Gounod pinta con luz. Es como un artista impresionista, como Monet. Y cuando la escucho, tengo que sentir cada color, y es lo que exijo a los cantantes. Les digo que tienen que cantar como un violín, no como un xilófono. Creo que el público vendrá y se emocionará, porque al fin y al cabo eso es lo que quieres cuando vas a la ópera; llegar y que la orquesta, los cantantes y la puesta en escena te transporten. Yo quiero que la gente reviva su primer amor, ese sentimiento embriagador, frágil, desgarrador e intransigente.

–Esta no es su primera vez aquí: también dirigió a la OSPA en 'Hamlet', en 2022.

–Para mí fue un salto enorme trabajar en 'Hamlet'. Es una ópera diferente, más grandiosa, más clásica. Tiene un ritmo un poco más pesado que esta. Y en cierto modo está mucho más orientada a la orquestación que a los cantantes. Para mí fue fenomenal, porque tenía la OSPA, así que podía crear fácilmente todos los colores. Diría que es menos italiana que 'Romeo y Julieta' en cuanto a la forma de escribir, aunque el compositor también sea francés.

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–Parece que Shakespeare es un hilo conductor.

–En la ópera francesa es muy habitual. Y en 'Romeo y Julieta' tenemos un texto de mucha calidad, trabajado además por Giorgia –Guerra, directora de escena– de una forma que es como si leyeras el libro directamente. Esta opera es cultura y literatura en su máxima expresión, de verdad. Todo está sucediendo, existen todos los matices. Tenemos la escena del balcón, con mucho brillo, y luego pasamos al duelo; existe una gran dualidad, y tenemos que saber combinar musicalmente los momentos de fuerza con momentos de mayor ligereza.

–¿Cómo cree que recibe el público todo lo que está sucediendo en el escenario?

–Tengo que decir que he trabajado en otros lugares de España, pero aquí, en Oviedo, la ópera realmente es un centro cultural y siento que los ovetenses están orgullosos de este lugar de conocimiento. Y te puedo garantizar que si haces una mala actuación, te lo hacen saber. A mí esto me da esperanza para el futuro. Cuando oigo que la gente dice que hay que adaptar la ópera al nuevo público y acortarla, yo pienso lo contrario, que tenemos que mejorar aún más la calidad. Un niño de seis años puede distinguir perfectamente la calidad de un intérprete a otro. Y si el público no se emociona, es culpa nuestra; del director, del director de escena y de los cantantes. El público debe emocionarse. Y hay que ir a la ópera. No hace falta que llores –aunque yo lloro cada vez–, porque no hay nada más bonito que ir a la ópera y sumergirse por completo en ella, olvidarte por completo de que conoces la historia porque estás dentro de ella. Ese es el objetivo.

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–¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo aquí?

–Esta semana voy a ver a la orquesta, la Filarmónica, que es la primera vez que trabajo con ella, y ya estoy emocionada. Lo que más disfruto es de hacer música, de conectar con la gente. Es una experiencia humana, me gusta conectar con las personas. Estoy agradecida cada día, de verdad, a mi madre, por obligarme a practicar mis escalas con el piano cuando era pequeña.

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