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El cuarteto tiene una sonoridad pulida y delicadísima, y así lo demostró ayer en el Jovellanos. Jesús Manuel Pardo

Cuatro para uno y uno para cuatro

El Cuarteto Casals abrió ayer en el Jovellanos la temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica de Gijón con Arriaga, Shostakovich y Beethoven

Sábado, 11 de octubre 2025, 22:56

En el ADN de la más que centenaria Sociedad Filarmónica de Gijón –se fundó en 1908–, está la música de cámara, y de una ... manera singular, el cuarteto de cuerdas. Juntos, pero no revueltos, dos violines, una viola y un violonchelo pueden conseguir con una conversación a cuatro las mayores sutilezas musicales. El Cuarteto Casals sabe combinar unidad y variedad. Fundado en Madrid, en la Escuela Superior de Música Reina Sofía en 1997, el Casals, formado por Vera Martínez Mehner (violín primero), Abel Tomàs (violín segundo), Cristina Cordero (viola) y Arnau Tomàs (cello) es un referente absoluto de la música de cámara universal, con un amplio repertorio que va desde Bach hasta el siglo XX.

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Ayer, en el Jovellanos, este cuarteto abrió la nueva temporada de la Filarmónica de Gijón con un programa riguroso, complejo y variado. En la primera parte, el 'Cuarteto N. 3 en mi bemol mayor', de Arriaga y el 'Cuarteto de Cuerdas N. 3 en fa mayor' de Shostakovich. En la segunda, esa cima beethoveniana que es el 'Cuarteto de cuerdas n. 13 en si bemol mayor', seguido de la 'Gran fuga', conjunto de dos fugas que constituyen un universo de tensiones extremas. El Cuarteto Casals se caracteriza por una sonoridad que se podría calificar como apolínea. Muy pulida, se proyecta sin efectos exteriores y, sobre todo, es delicadísima en timbres y en matices. Tiene unos pianissimos que son casi silencios, pero sin embargo perfectamente audibles. Acudió bastante público, llenando prácticamente el 80% del patio de butacas.

A los dieciséis años, el compositor vasco Juan Crisóstomo Arriaga publicó en París un conjunto de tres cuartetos que denotaban, además de precocidad, inspiración y conocimiento. El 'Cuarteto n. 3, en mi bemol', de una clara factura clásica, es el más destacado. La versión fue modélica, tanto por el arte del diálogo como por ese control de matices que hicieron de esta una obra muy característica del clasicismo.

Shostakovich es uno de los caballos de batalla del Cuarteto Casals, especialista en el compositor ruso. El 'Cuarteto N. 3' es un modelo de plasticidad compartida al hacer que cada instrumentista brille individualmente. De la versión destacamos la riqueza contrapuntística y la polifonía en una obra que nos recuerda las histerias y neurosis del compositor luso. Breves melodías de danza rotas por extensos soliloquios.

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La segunda parte se dedicó al Beethoven del último periodo compositivo con el 'Cuarteto N. 13' Op. 130 y la 'Gran fuga', Op. 133, obra segregada del cuarteto N. 13 que cierra los cuartetos de Beethoven. Fue una versión de referencia. Perfecta, tanto por la fantasía, la riqueza melódica, la polifonía perfectamente delimitada en la gran fuga como por esa sensación que nos producía de que los cuatro intérpretes estaban no tocando, sino viviendo de acuerdo. Un control perfecto y una expresión muy comunicativa.

Después de dos horas de programa, todavía a petición del público, que aplaudía levantado, interpretaron un bis esencial: el primer contrapunto de 'Arte de la fuga' de Bach. Un éxito inaugural de la Filarmónica que nos permitió escuchar a un cuarteto excepcional.

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