«Tuve una conexión espiritual inmediata con el público asturiano»
Es una de las mejores sopranos del mundo y el día 24, con permiso de la covid, estará en la Ópera de Oviedo dando vida a Adriana Lecouvreur
Si la covid la deja, el próximo 24 de enero Ermonela Jaho estrenará en Oviedo 'Adriana Lecouvreur', porque ayer el Teatro Real -donde la soprano ... ha vuelto a hipnotizar al público- se vio obligado a cancelar 'La Bohème' al detectar varios contagios en el reparto que ella encabeza. Solo un contratiempo en la carrera de esta albanesa de 48 años, considerada una de las mejores sopranos del mundo y forjada en una férrea disciplina militar y en las clases de filosofía de su padre en la Tirana comunista. Allí fue a ver 'La Traviata' y su vida cambió para siempre. «Tenía solo catorce años y fue lo que me hizo decidir convertirme en cantante. Cada vez que estoy en el escenario, vuelvo a esa noche y me acuerdo de cómo esa música le habló a mi alma e inspiró a la artista que soy hoy».
-'La Traviata', 'La Bohème', 'Madama Butterfly'... ¿Qué caracteriza a los personajes que la han hecho grande?
-Violetta, Mimì, Butterfly son almas hermosas que aman como nadie en este mundo. El amor es la esencia de la humanidad. Es la única respuesta sana y satisfactoria al problema de la existencia humana. Creo que ese es el hilo conductor entre esos roles.
-¿Qué nos puede contar de Adriana Lecouvreur?
-Para mí, Adriana es una artista pura que necesita ser una diva, segura y firme en el escenario, pero muy sensible, vulnerable y humana en la vida real. Con estos pensamientos en la mente, profundizaré un poco más en este personaje. Trabajaré después de mucho tiempo con la directora de escena Rosetta Cucchi, con quien tengo una conexión especial como artista, directora y amiga, que se da también con el maestro Daniele Callegari. Esta producción de Oviedo es muy emotiva porque no trabajamos juntos desde hace unos veinticinco años y será interesante ver lo que nuestra vida y experiencias profesionales pueden producir ahora.
-¿Cómo se despertó su interés por la lírica en un ambiente tan cerrado como el de la Albania comunista?
-«Puedes atar las palabras pero no puedes atar la música», dijo Beethoven. Esto también es muy cierto para los países comunistas. Hay ciertos sentimientos y emociones que genera la música de Verdi que desconocen las barreras ideológicas o idiomáticas. Además, tuvimos una muy buena escuela construida a partir de la tradición vocal italiana y rusa. La mayoría de nuestros profesores terminaron sus estudios en Moscú. Aunque muy aislado, había bastante aprecio por la música vocal.
-¿La disciplina militar de su padre influyó mucho en hasta dónde ha llegado?
-Absolutamente. Es el regalo más grande que jamás me dio. Mis padres fallecieron hace ya varios años. Ellos vieron los comienzos de mi éxito, pero estoy segura de que ahora me ven a través de una dimensión diferente.
-De ese éxito, ¿qué porcentaje se debe a las cualidades de su voz y cuánto a su disciplina?
-Esta pregunta es fácil: un 10% a mi voz, un 90% a mi disciplina.
-Vuelve a Oviedo. ¿Cómo fueron sus primeros contactos con el público asturiano?
-En mi primer contacto, tuvimos una conexión inmediata a nivel espiritual. Inmediatamente, sentí su amor y aprecio y me hicieron sentir como en casa lejos de casa.
-¿Cómo le ha afectado la pandemia? Sé que no funcionó el experimento de cantar 'online'... ¿Necesita al público?
-La pandemia me ha afectado en muchos niveles. Me hizo darme cuenta de lo mucho que extraño el escenario, el canto y, sobre todo, al público. La experiencia 'online' nunca me satisfizo, nunca estuve cerca de sentir las emociones que experimenta un artista mientras está en el escenario. Nos alimentamos de las emociones del público. Su energía es como la materia oscura en el cosmos: no puedes verla, pero puedes sentir su presencia. Espero no tener que volver a pasar por ese período nunca más, pase lo que pase. No estoy segura de poder sobrevivir.
-¿Cree que salimos mejores?
-Es una experiencia de la que, como cualquier otra cosa en la vida, debemos aprender. No estoy segura de si mejoramos o empeoramos: el tiempo lo dirá. Pero, definitivamente, aprendí a apreciar la vida, a las personas y a la música más que nunca. La mayor parte del tiempo estudié como si no hubiera un mañana y dudaba de mí misma todos los días hasta que me volví a subir al escenario.
-Habla mucho de su vulnerabilidad, algo poco común para una estrella. ¿Cómo la maneja?
-Es una parte de mí y una bendición y una maldición al mismo tiempo. Es esa vulnerabilidad la que hace que el público me comprenda cuando trato de transmitir algo que siento que el papel tiene que ofrecer. Al mismo tiempo, es esa vulnerabilidad la que me deja sin dormir durante días después de una actuación. La única forma de lidiar con eso es separarme del mundo.
-Está considerada como una de las mejores sopranos del planeta. ¿Supone eso una presión adicional?
-Absolutamente sí. Sufro un sentimiento incurable de no ser nunca lo suficientemente buena. Me torturo después de casi todas las veces que canto porque no estoy tan bien como debería. Ojalá tuviera la cura, pero la única forma de manejarlo es hablar durante horas con mi mejor amigo, recordar las cosas buenas que he vivido a lo largo de los años y darme un poco de amor en lugar de solo críticas.
-¿A quién admira?, ¿se inspira en alguien del pasado?
-Admiro a algunos grandes artistas de estos días. Me encanta la técnica de Lisette Oropesa, Benjamin Bernheim en el repertorio francés y muchos más. Del pasado, elegiría a Callas por su enfoque artístico, Corelli por su corazón y Pavarotti por su voz llena de sol.
-¿Qué escucha Ermonela Jaho cuando se relaja en casa o en la calle?, ¿tiene algún pasatiempo al margen de la lírica?
-El silencio también es música. Lo crea o no, fuera del teatro, rara vez escucho música. En cuanto a aficiones, me encanta la psicología. Me encanta leer libros sobre el tema, ver programas de televisión y películas que tienen una dimensión psicológica profunda.
-¿Nos confiesa algún ritual especial antes de salir a cantar?
-Voy al teatro siempre tres o cuatro horas antes de la función. Normalmente, soy la primera persona que llega. Así es como me separo de la realidad y entro en el mundo del personaje. Esto también me da tiempo para verificar el estado de mi voz con anticipación y preparar el plan para esa actuación.
-Ha dicho: «No soy una 'drama queen'». Aunque muchos sostienen que el secreto de la emoción que provoca está precisamente en su poder dramático. ¿De dónde nace?
-Es la verdad de mi alma. No tengo miedo a ser vulnerable ni en la vida ni en el escenario. Creo que esa es la raíz de mi poder interpretativo. Y proviene de mi vida y de mis experiencias en ella.
-Asegura que intenta transformarse en los personajes y que sufre una auténtica catarsis en escena. ¿Podría explicar cómo se produce?
-Creo que empatía sería la palabra adecuada para describir esa transformación. Siempre he tenido esa sensibilidad para ponerme en el lugar de otra persona.
-¿Qué es para usted la música?
-La música lo representa todo en mi vida. El escenario es la libertad, donde de verdad me permito ser yo misma.
-¿Ha renunciado a muchas cosas para ser Ermonela Jaho?
-Siento que he renunciado a algo que la mayoría de la gente da por sentado: a vivir cerca de las personas que amo y me aman.
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