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'Jephtha', en la traducción al castellano Jefté, fue uno de los terribles jueces de Israel. La Biblia nos cuenta que Jefté, al frente del ... ejercito judío, ofreció a Yahvé el sacrificio de la primera persona que viese al entrar en su casa si ganaba la batalla contra los amoritas y fililisteos, los palestinos de hace dos mil y pico años. Jefté resultó victorioso y cuando llegaba a su casa salió su hija Ifis a saludarle. Fiel a su promesa divina, Jefté debe ofrecer a su hija en holocausto.
Sobre este relato, notablemente enriquecido con varios personajes, Haendel compuso, con enorme esfuerzo y sufrimiento, su último oratorio. Cuando escribía el coral del final del segundo acto 'How dark, O lord, are Thy decrees' (Qué oscuros son, Señor, tus decretos), Haendel notó que empezaba a perder la vista. Meses después, estaba ciego.
Estas circunstancias en la que se entremezclan las sombras, la duda, el recogimiento introspectivo y también la esperanza, impregnan el oratorio 'Jephta' de una luz musical intimista y emotiva, derramada con creces ayer por la orquesta y los coros de Il Pomo d'Oro bajo la dirección de Francesco Corti, en el Auditorio Príncipe Felipe.
Excelente versión de conjunto, rica en su variedad, con números concertantes como el cuarteto vocal 'Spare your daugther' (Perdona a tu hija), excelentes arias solistas y grandes corales. Paradójicamente, el público no llenó el Auditorio y especialmente se veían algunos clareos después del descanso. Sin embargo, los aplausos finales fueron prolongados –cinco minutos– y con entusiasmo.
El pilar de esta versión han sido el coro y la orquesta de Il Pomo d'Oro. No es la primera vez que este conjunto barroco actúa en Oviedo. Hace dos años, acompañó al contratenor Orlinski en el Auditorio.
El coro lo componen diecisiete cantantes, que empastan como uno solo. Sonoridad flexible, afinación perfecta y un equilibrio absoluto manifestado en las numerosas fugas. Además, es un coro expresivo, con alma. La orquesta, con una afinación perfecta, lo cual es difícil en instrumentos históricos, perfectamente empastada y el director Francesco Corti se caracterizó por tiempos muy ágiles en la primera parte, muy lentos en la segunda y en tiempo justo en el tercer acto. Lo importante es un sentido dramático que da continuidad a una obra que es como un gran fresco coral y sinfónico. Todo eso lo hace la pericia del director.
El broche de oro de la versión lo pusieron los cantantes, muy bien compenetrados con la orquesta y entre ellos mismos. El tenor Michael Spyres interpretó a Jefté con una contundente riqueza de registros, desde el guerrero del primer acto al padre dividido entre la promesa y la vida de su hija. Su voz es muy interesante, porque tiene unos registros graves claramente de barítono y facilidad en el agudo. Todo ello con sutileza, por lo que su voz, además de poderosa, resulta delicada.
Joyce DiDonato realza el papel de Storgè, la esposa de Jefté. Bellísimo fraseo y, como Jefté, muestra dos facetas. La de esposa melancólica y la de madre furiosa por la decisión de su marido.
La soprano Melissa Petit es una delicada Ifis, la pobre víctima de la promesa de su padre. Voz de soprano, de timbre muy claro, y una interpretación luminosa de su papel. Jazmine White interpreta a Hamor, prometido de Ifis, con una voz de contralto, siempre adecuada.
El barítono Cody Quattlebaum interpreta al guerrero Zebul, hermanastro de Jefté. Buena presencia escénica y una voz de barítono correcta, a veces algo corta al final de los fraseos.
Finalmente, Ana Pirolli sale de los atriles del coro para interpretar al ángel salvador, que anuncia la hija de Jefté, en vez de sacrificarla, le persona la vida para consagrarse «pura, virgen y angelical» a Jehová. Un destino mejor que la muerte.
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