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Michael Jackson pose junto a un joven seguidor en su rancho de Neverland.

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Michael Jackson pose junto a un joven seguidor en su rancho de Neverland. R.C.

Michael Jackson, un muerto muy vivo y con muy mala reputación

A los diez años de su muerte, el mito del rey del pop se desmorona ante las reiteradas acusaciones de abuso de menores

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Lunes, 24 de junio 2019, 18:48

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Diez años después de su muerte Michael Jackson parece más vivo que nunca, aunque el desprecio que genera su perfil de pedófilo y toxicómano se impone al del genio de la música que aún mantiene el cetro de rey del pop. Una sobredosis de Propofol sumió en el sueño eterno al cantante negro más blanco de la historia. Tenía 50 años y era y es el mayor astro de su gremio. Lejos de declinar, la estrella musical de Jackon sigue refulgiendo y haciendo caja. Su perfil humano es, por contra, cada vez mas siniestro y detestado. La incesante cadena de testimonios que lo señalan como un contumaz abusador de menores y politoxicómano desmoronan su mito.

La imagen del Midas del 'show business' que convertía en montañas de oro todo cuanto rozaba está siendo minada por el cada vez más nítido perfil de pederasta, por más que se empeñen en negarlo sus herederos -tres hijos- y los millones de admiradores que tienen aún en su altar a este prodigio de la música y el espectáculo nacido en Gary, Indiana, en 1958 y muerto el 25 de junio de 2009 en su mansión alquilada de North Carolwood Drive, cerca de Bel Air, en Los Ángeles. Le arrebató la vida un cóctel de benzodiazepina y Propofol, el potente anestésico al que Jacko dedicó una canción y que le procuraba en cantidades industriales Conrad Murray, su médico personal, condenado a cuatro de cárcel por homicidio involuntario.

Imagen principal - Michael Jackson, un muerto muy vivo y con muy mala reputación
Imagen secundaria 1 - Michael Jackson, un muerto muy vivo y con muy mala reputación
Imagen secundaria 2 - Michael Jackson, un muerto muy vivo y con muy mala reputación

Al calor de la efeméride, dos demoledores documentales muestran estos días el oscuro envés del mito. 'Leaving Neverland', realizado por Dan Reed para HBO y estrenado en el festival de Sundance, deja en evidencia a los defensores de la bondadosa y cándida inocencia de su ídolo. En sus cuatro horas de duración, recoge los testimonios de Wade Robson y James Safechuck, quienes aseguran que Jacko abusó de ellos cuando tenían 7 y 10 años. Cuentan cómo su presunto benefactor les destruyó y cómo sus familias cayeron en las redes de dinero y fantasía tejida por Jackson y su entorno.

El cantante pudo sortear en vida las repetidas acusaciones que le llevaron a los tribunales. Tiró de chequera para alcanzar acuerdos exculpatorios con los padres de sus presuntas víctimas infantiles en el prime caso caso, en 1993 y en el segundo logró la absolución, en 2005. Sus defensores sostuvieron que el afecto del cantante por los pequeños se debía al infierno de su infancia. El que vivió en 'The Jackson Five', el grupo que su padre, Joe, un músico frustrado, condujo con explotadora avaricia y mano de hierro, y a quien el cantante acusó de abusos físicos y emocionales. También se justificó lo injustificable en un tierno, candoroso e inmaduro carácter que le hacía preferir la compañía de niños a la de adultos en la vida y en la cama.

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Estrenado hace unos días en el Reino Unido, 'Killing Michael Jackson' es otro documental con testimonios de los policías que primero entraron en el dormitorio en el que falleció el cantante. Los detectives Orlando Martínez, Dan Myers y Scott Smith describen el «caos» de una habitación atestada de medicamentos, agujas, 'post-it' pegados en las paredes con poemas y extraños pensamientos, y con una siniestra e inquietante muñeca sobre la cama.

Sus extravagancias y excentricidades se le perdonaron en vida, como su obsesión por la cirugía plástica, que deformó su rostro y su juncal anatomía y cambió drásticamente una piel que decoloró hasta el blanco nuclear. Su afición al quirófano lo convirtió en un grotesco friqui con legiones de aduladores y solo algunos detractores.

Jackson, cubierto por una máscara, saluda a sus seguidores desde un hotel de Berlín en 2002
Jackson, cubierto por una máscara, saluda a sus seguidores desde un hotel de Berlín en 2002 REUTERS

Desquiciado emocionalmente, trató de dotar de una normalidad poco creíble a su extraña vida. La actriz Brooke Shields confesó que en su único encuentro sexual con Jacko, el cantante ni se excitó ni se conmovió. Su primera esposa, la hija de Elvis Presley, Lisa Marie, mantiene por contra los secretos de familia y de alcoba. Pero nadie duda hoy de que el matrimonio fue un montaje para emparentar al rey del pop y con el del rock. Algo más se sabe de su relación con una enfermera a la que convirtió en madre de sus blanquísimos hijos, Prince Michael y Paris, que tenían 12 y 11 años cuando vieron a su padre inerte. Un trago del que se libró su tercer hijo, Blanket, que ahora tiene 17 años y que nació por gestación subrogada sin que se sepa quién es su madre.

Con todo, su música y su historia siguen generado millones y adeptos. Vende discos, se suceden los musicales con actores e imitadores de su estrafalaria manera de vestir, de bailar, y de su procaz gestualidad, que llevaba a acariciarse la entrepierna con reiteración en sus actuaciones y en vídeos como 'Thriller', uno de los más vistos de la historia de la música.

Su muerta causó enorme sorpresa. Días antes había anunciado una macro gira, 'This Is It' (Esto es todo), que comenzaría con diez conciertos en el O2 Arena de Londres y a los que sumó otras 40 actuaciones por todo el mundo. Un desafío que colocó un millón de entradas en venta anticipada. La admiración de sus fans no cesa y estos días peregrinan por miles a la cripta privada del cementerio de Forest Lawn de Glendal, en Los Ángels, donde reposan los restos de un mito que se diluye.

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