Personajes en medio del camino de la vida que hacen una obra maestra
'Las bodas de Fígaro', de Mozart, cierra el 25, 28, 30, 31 de enero y 1 de febrero en el Campoamor la actual temporada de Ópera de Oviedo
Pierre-Agustin de Beaumerchais escribió una trilogía en clave teatral sobre el personaje Fígaro, el ingenioso barbero sevillano. La primera comedia es 'El barbero ... de Sevilla', a la que, entre otros, puso música Rossini, en 'El barbero de Sevilla', estrenada en 1816. La segunda, 'Las bodas de Fígaro', estrenada en 1786, y sobre la que Lorenzo Da Ponte adaptará el libreto para Mozart, siendo Fígaro el comienzo de una fecunda relación entre el libretista y el compositor. Finalmente, la tercera, que no tuvo el éxito de las precedentes es 'El otro Tartufo o la madre culpable', que llevó a la ópera Darius Milhaud en el siglo XX. En las tres obras, el tiempo pasa y va modelando los personajes, que maduran, envejecen y, después de los años, ya no son los mismos.
En 'Las bodas de Fígaro', la vivaz Rosina de 'El barbero' se ha transformado en una nostálgica condesa de Almaviva, mujer de serenidad doliente por las infidelidades de su marido. El conde Almaviva ya no es aquel enamorado Lindoro, sino un noble que trata de ejercer el derecho de pernada, el 'ius prima nocte', sobre Susana, criada de la condesa y prometida de Fígaro. Fígaro no es el barbero de alegría desenfrenada y actitud servil hacia su señor, sino el hombre que padece los atropellos del conde, y que los evitará con ingenio e inteligencia. Para Stendhal estos cambios dan a la obra de Mozart una profundidad emocional –«ternura y melancolía», dice el escritor– que aleja a 'Las bodas' del género bufo para adentrarse en una obra maestra que sintetiza, lo cómico, lo serio y el melodrama prerromántico. El espíritu de Beaumerchais pervive en algunas situaciones escritas con agilidad por el hábil Da Ponte, pero, volviendo a Stendhal, «los caracteres han girado de lo bufo a lo tierno y sentimental, por lo que los personajes se humanizan en una mezcla de sublime espiritualidad y de melancolía». Efectivamente, la humanidad de los personajes a través de la música hace que 'Las bodas de Fígaro' trascienda el género bufo para abrirse hacia el sentimiento y la pasión.
Musicalmente, en la orquestación y en la riqueza del contrapunto se percibe la experiencia que Mozart había adquirido en el campo de las sinfonías y los cuartetos. El juego que saca a los clarinetes y maderas, arropando las voces es nuevo para su época. En el plano de la expresión vocal, Mozart utiliza, a veces mezclándolas, todas las posibilidades vocales, desde lo que se ha llamado el tono de conversación, a las arias que perfilan psicológicamente los personajes, pasando por las grandes escenas de conjunto, trascendentales en esta ópera. Es precisamente en las escenas de conjunto, desde dúo a concertantes donde, salvaguardando la unidad, cada personaje se diferencia e individualiza respecto a los demás. En este sentido, los concertantes en Mozart son el reflejo de ese ideal estético de la unidad en la variedad.
Las óperas de Mozart han llegado relativamente tarde a las temporadas ovetenses. La primera vez que se representó 'Las bodas de Fígaro' en el Campoamor fue en 1966. Se alabó la dirección orquestal de Wolf Ferrari pero no gustó ni al público, ni a alguna crítica. «Les falta bravura y dramatismo»; «Es como una zarzuelina», fueron algunos comentarios de la época. Las 'Bodas' volvieron en 1997, en 2004, precisamente con dirección escénica de Emilio Sagi, y en 2015.
Regresa 'Las bodas de Fígaro' al Campoamor, como cierre de la 77 Temporada de ópera de Oviedo, temporada en la que también se representó 'El barbero de Sevilla' y se está realizando un espectáculo basado en 'La madre culpable', de Milhaud. 'Las bodas de Fígaro', en una producción de la Ópera Real de Valonia, se representará el 25, 28 y 30 de enero, y el 1 de febrero. Fuera de abono, en la función denominada Viernes ópera y Ópera joven, se representará el 31 de enero. Bajo la dirección de escena de Emilio Sagi y escenografía de Daniel Bianco, contará con la dirección musical de Lucas Macías al frente de Oviedo Filarmonía y el Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo). La ópera estará interpretada por José Antonio López (el conde Almaviva), María José Moreno (Rosina, la condesa de Almaviva), Mercedes Gancedo (Susana), Pablo Ruiz (Fígaro), Anna Pennisi (Cherubino), Alexandra Urquiola (Marcellina), Valeriano Lanchas (Don Bartolo), Pablo García López (Don Basilio), Ruth González (Barberina), David Barrera (Don Curzio) y Luis López Navarro (Antonio). En la función del viernes 31, los cantantes serán Guillem Batllori (Conde de Almaviva), María Zapata (Condesa), Inés Ballesteros (Susana), Abraham García (Fígaro) y Serena Pérez (Cherubino).
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