Leif Ove Andsnes, el pianista tranquilo
Leif Ove Andsnes interpreta en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo a Grieg, Tveitt y Chopin con elegancia y una arrebatadora pasión contenida
Para Leif Ove Andsnes, la emoción va por dentro, y se comunica no por los gestos externos, sino por la sonoridad, siempre limpia ... y precisa, del teclado. Ayer, dentro del ciclo de las Jornadas de piano, el pianista noruego ofreció un hermoso recital. La primera parte dedicada a sus compatriotas, con la 'Sonata en mi menor', Op. 7 de Grieg y la 'Sonata Etere' Op. 129 de Geirr Tveitt, compositor noruego del siglo XX, muy poco conocido en España. En la segunda parte los 'Preludios' Op. 28, de Chopin.
Aunque el pianista es de lo mejor que ha pasado por Oviedo, el aforo del auditorio estaba a un 75% de ocupación. Bastante público pero no suficiente para la calidad del concierto. La sensibilidad de Grieg estaba dividida entre el romanticismo alemán de raíz schumaniana, y el lirismo noruego de carácter folklórico. Esto se refleja en la 'Sonata para piano en mi menor', una obra en la que fusiona estos dos aspectos de su alma musical.
Versión muy directa, fácil de seguir con un exquisito juego de timbres, un lirismo de ley y una calidad técnica pero, sobre todo, expresiva, excepcional. Y todo ello con un gesto contenido pero con una musicalidad arrebatadora. En las excelentes notas al programa escritas por Noelia Rodiles, se nos informa sobre Geirr Tveitt, pianista y compositor nacido, como Grieg, en Bergen, autor de un inmenso catálogo del que se conservan pocas obras. La 'Sonata Etere' es una composición cíclica, estructurada en tres movimientos a partir de dos temas.
En la presentación, el pianista interpretó estos dos temas para facilitar la escucha de una obra densa con un segundo movimiento en la que utiliza resonancias y armónicos del piano muy sugerentes, un tercer movimiento maquinal muy rítmico y siempre la reiteración casi obsesiva de estos dos temas. Obra difícil de escuchar pero de una riqueza tímbrica inusitada.
La segunda parte fue un ensoñador y apasionante paseo por los veinticuatro preludios de la Op. 28, de Chopin.
Todas las virtudes pianísticas de Leif Ove están sintetizadas en esta interpretación de los preludios caracterizados por una rica variedad emocional. Nos dio una lección del arte de preludiar, es decir, sugerir y crear una atmósfera afectiva y sentimental.
Tras los aplausos y como colofón de un concierto excepcional, este pianista tranquilo, sereno, tocó el preludio de Debussy 'La Catedral sumergida'. Todo un misterioso resonar de campanas, de órganos en movimiento paralelo que parece que se van sumergiendo bajo el Atlántico en Bretaña. En esta propina se muestra esa obsesión del pianista sobre el juego de armónicos y resonancias que están más allá del teclado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión