«Vuelvo a ser más yo»
Tras cuatro años de silencio desde 'La paciencia del fakir' y probar suerte en la enseñanza, Alfredo González ha fichado por Warner para sacar nuevo disco. Se titula 'Afluentes' y lo presenta el 2 de marzo en Mieres
Es de verbo ágil, mente rápida y aspecto despistado que confirma al poco de iniciar la conversación. Alfredo González (Turón, 1981), el 'flaco' de Turón, lleva muchos años ya pisando escenario, buscándose la vida como cantautor en un mundo en el que triunfan los reguetoneros con sus vídeos de Youtube. 'Afluentes' (Warner) es el título de su sexto disco, ya llovió desde 'La vida de alquiler', de 2003. Para él, este trabajo es «como empezar de cero». Lo presentará en directo en el Centro Cultural de Mieres el próximo 2 de marzo, a las ocho de la tarde (8 / 10 euros).
–Le ha costado volver a sacar disco. ¿Por algo en especial?
–Llevaba mucho tiempo trabajando en él, se grabó entre junio de 2017 y febrero de 2018, con Pachi García Alis en sus estudios de Baeza (Jaén), pero no acababa de encontrar compañía para publicarlo. Ya tenía preparado un 'crowdfunding', con las recompensas pensadas y todo, cuando llegaron ofertas de Suberfuge y Warner, en junio del año pasado. Desde entonces, aún ha pasado tiempo hasta que ha fructificado esta última opción.
–Ahora que ha fichado por una de las grandes multinacionales, ¿le dijeron eso de que su nombre no es muy comercial?
–La primera gira que hice ya me lo dijeron muchas veces. Quizás si fuese hoy me lo pensaría, pero de aquella me parecía una traición a los cantautores. Hay que recordar que de aquella aún no había llegado el 'boom' de las redes sociales y era normal llamarse Quique González o Javier Álvarez.
–Hábleme un poco del disco.
–Hemos ido avanzando ya poco a poco tres singles, 'Afluentes', 'Pentotal', que es la única que hay en asturiano en el disco, y 'Guardad las tijeras'. Ahora el disco llega a las tiendas, pero ni siquiera sé cuántas copias salen.
–¿Hay en usted algún tipo de lucha interna a la hora de componer en castellano o asturiano?
–Yo soy de Turón y hablo asturiano, pero toda mi formación ha sido en castellano, así como la mayoría de mis lecturas. Me siento más cómodo componiendo mis canciones en castellano, aunque de vez en cuando también me llama el asturiano. Sobre todo cuando escribo para otros. A la hora de plantear la temática del próximo disco de Silvia Quesada, para quien escribo en asturiano, me salen temas más feministas, en plan desamor vengativo de terciopelo. De hecho, la música de 'Pentotal' estaba pensado para una canción de Silvia, pero al final, por militancia, quise meter una en asturiano en este disco.
–¿Por qué un parón de cuatro años?
–He pasado un momento raro, no voy a decir que triste, pero sí que llegó un punto en el que necesitaba hacer algo con mi vida y no sabía qué. Soy profesor de Historia de la Música, nunca había ejercido y probé en la enseñanza. También trabajé en la librería de mis suegros, estuve tocando por ahí con Fabián, Muñeco Vudú y Silvia... La barrera de la rendición siempre está muy cerca para los artistas. Y sin embargo, a pesar de que la experiencia con los alumnos y los compañeros en la enseñanza fue muy satisfactoria, ese parón me sirvió para darme cuenta de que soy músico, de que quiero poner toda mi vida en esto. Así que todos entendieron que no renovase en el instituto y me centrase de nuevo en mi carrera musical. Bueno, quizás mi madre no.
–Es que dejar un puesto de trabajo por esto de ser artista, para una madre será complicado de entender.
–Así pude volver con toda la fuerza que necesitaba, para vivir de la creación y de la música tienes que afrontarlo con toda la intensidad.
–Aparte de dudas personales, la industria del disco tampoco es ya lo que era.
–Va todo muy rápido. Yo alucinaba con la implantación de las redes sociales entre mis alumnos. Muchos tienen más seguidores que yo en sus redes sociales. Cuando me hice Instagram, ellos ya estaban de vuelta. Y ahora escuchan música sobre todo en Youtube, porque Spotify lo ven como algo viejo ya.
–La suya es una generación que ha vivido todo ese cambio.
–Somos una generación bisagra. Cuando se me empezó a conocer un poco en 2008, con el disco 'Dudas y precipicios', Facebook aún no estaba implantado en España. Apareció aquel año. No hacíamos ningún tipo de promoción en las redes sociales, y ahora hasta tengo una empresa contratada solo para eso.
–Internet ha traído muchos avances, pero desde que existe el todo gratis las ventas de discos han caído. ¿Cómo se posiciona?
–Pasa un poco como con los periódicos de papel. Yo soy un gran lector de periódicos y revistas, pero la gente más joven solo consume producto digital. No saben lo que se pierden, porque coger un periódico por la mañana es un lujo, pero tampoco se lo plantean. El problema de lo digital es la inmediatez, las prisas, las 'fake news'. Yo creo que siempre quedará un refugio en el papel, como ahora el vinilo también es un refugio para los que tienen pasión por la música.
–En este disco parece que ha recuperado un sonido más luminoso, después de grabar con Paco Loco 'La paciencia del faquir'.
–Podría decir que, visto con perspectiva, ese disco, que es responsabilidad mía porque yo quise hacerlo así, es un desvío innecesario. Ahora que hablamos de nuevas tecnologías podría describirlo con la imagen del mapa que tenemos en el móvil. En vez de seguir por la ruta marcada en azul, cogí una ruta más larga que llevaba unos minutos más para seguir hacia el mismo sitio. Yo quería probar algo diferente, porque soy un culo inquieto, pero quizás me traicioné demasiado a mí mismo. Todo ese disco, incluido el sonido que quería darle, es producto de ese desencanto del que hablaba al principio. Los temas eran un poco oscuros y Paco Loco los oscureció un poco más. Desde el título al sonido, ahora creo que quizás me autoboicoteé.
–De todo se aprende, ¿no?
–Sí claro. Ahora vuelvo a cierta pureza, pero quedan algunas cosas, hay canciones con sonidos más alternativos, un poco más 'indies' si se quiere. Pero todo con otro tipo de producción, ahora vuelvo a ser un poco más yo. Temía que nadie se acordase ya de mí, pero soy consciente de que la forma en la que te enfrentas al mundo influye en todo lo que haces. Si tú eres positivo, todo parece salir mejor.
–Supongo que vivir en Asturias también influye en todo esto que me cuenta.
–Me influye mucho. Soy bastante transeúnte, he vivido en muchos lugares de Asturias, y todos ellos me influyen. Ahora vivo en San Juan de la Arena, y es la primera vez que vivo junto al mar, algo que estoy empezando a notar en mi personalidad. Y en cuanto a Asturias, me gustaría decir que soy optimista, pero me resulta imposible. La crisis demográfica, la económica, estamos prácticamente incomunicados... Sin trenes ni aviones, el peaje del Huerna es como el tiket que tienes que comprar para entrar en este parque temático. Lo que más me anima es la riqueza cultural que observo, la gente joven que hace literatura, música, el apoyo que dan a la lengua asturiana. Creo que el escepticismo típico de los asturianos puede desembocar en algo positivo. Puestos a ser optimistas, veo un futuro en el que el asturiano será oficial, se generarán un montón de empleos, pasaremos este bache y los asturianos seguiremos dando guerra.