«Mi novela es un tributo a la conversación»
Fulgencio Argüelles Escritor ·
El autor mierense regresa a Peñafonte con 'Noches de luna rota', que presenta el miércoles en La Granja y el día 21, en La Buena LetraPABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
MIERES.
Lunes, 12 de diciembre 2022, 01:45
'Noches de luna rota' es la nueva novela de Fulgencio Argüelles (Uriés, 1955). Publicada en Acantilado, como sus anteriores títulos, el escritor y colaborador ... de EL COMERCIO estará este miércoles presentándola en la biblioteca de La Granja, en Oviedo, y, el próximo día 21, en La Buena Letra, en Gijón, en sendos actos del Aula de Cultura de este diario.
-Con este libro, regresa a Peñafonte.
-Podría decirse que esta novela se empezó a escribir con 'Letanías de lluvia'. Cuando creas un paisaje literario, todo un mundo (recuerdo que tenía un plano enorme donde tenía detallados todos los rincones, las casas del pueblo, quién vivía en cada una...), a partir de ahí van saliendo historias: salió 'Letanias', luego 'No encuentro mi cara en el espejo'. Es recurrir a ese paisaje. Lo que me pasa a mí es que no puedo renunciar a mi estilo porque es como me siento cómodo escribiendo, aunque sí me gusta ofrecer a los lectores cada vez algo nuevo, no tanto en los contenidos como en la manera de contar.
-Aquí lo hace con una narración dialogada. ¿Cuánto supuso de reto?
-Fue un reto enorme. Siempre he sido muy descriptivo y aquí no hay descripción ni narrador, solo diálogos, personajes que hablan. La dificultad añadida es que son muchos y yo quería que cada uno hablara a su manera. El reto resultó interesante y, al final, me produjo una gran satisfacción.
-¿Cómo resumiría su historia?
-Estamos al final de los años 40 en una aldea minera donde se producen varias circunstancias: la dictadura está en pleno apogeo, es su época más opresiva. Alrededor del pueblo viven los últimos milicianos, ya sin esperanza ninguna, abandonados incluso por los suyos y con la única ilusión de pasar a Francia. Hay una boda de dos personas muy jóvenes y ese es el núcleo sobre el que giran todos los acontecimientos. También un crimen que ocurrió veinte años atrás y que sigue pesando en la vida del pueblo. Todo eso el lector lo va sabiendo a través de lo que hablan los personajes.
-¿Esas voces son la memoria oral?
-Se trata de acercarme a los personajes por lo que ellos dicen y por lo que dicen que hacen y sienten y piensan, desde ese punto de vista. Y, con respecto a la historia que les rodea, está en lo que comentan unos con otros: solo hay que estar una mañana en el chigre, donde hay varias conversaciones, y, siguiéndolas, nos enteramos de lo que pasa. Lo que habla la gente del pueblo es lo que ocurre allí, solo hay que escucharlo. Los pueblos no son lo que se dice de ellos, sino lo que se dice en ellos.
-¿Las palabras son también sus máscaras?
-Claro, todos tenemos máscaras, incluso a veces unas encima de otras. Ahí está la gracia de todo esto que es captar ese rostro que está detrás, a pesar de que el personaje se empeñe en mostrar solo la máscara.
-¿Su novela es una reivindicación del diálogo?
-Sí, es un homenaje a la conversación en el sentido socrático del «yo te escucho, a ver si me convences». Vivimos un tiempo en que la conversación está en decadencia a pesar de que nunca hubo más oferta de tertulias televisivas, en las que quienes hablan no se escuchan, se gritan, se insultan, y lo más grave: ya sabemos lo que van a decir de cualquier tema antes de que abran la boca. Se pone el acento en lo que nos distancia y en un diálogo siempre hay que empezar determinando qué nos une, para, a partir de ahí, construir. Este es un homenaje a la necesidad y utilidad de la conversación.
-¿También a lo pertinente de afrontar nuestra memoria histórica?
-No es el motivo principal, pero me interesa mucho. Me fastidia que se siga discutiendo de hechos incontestables: que en España hubo un golpe de Estado y la consecuencia fue una guerra de quienes lo dieron apoyados por las fuerzas fascistas de ese momento: Alemania e Italia contra una parte importante del Ejército y del pueblo español. La ganan los golpistas y se produce una dictadura que en unos lugares fue más dura o violenta y a nivel nacional una desgracia, además de fuente de abusos, corrupciones, muertes. Me duele que todavía haya gente supuestamente formada que siga poniendo en entredicho estas cosas. Y una manera de contribuir a que todo esto se esclarezca es exponer los hechos sin ningún tipo de afirmación tendenciosa. En ese sentido, aunque no sea el objetivo de la novela, sirve para ponerse en situación de lo que fue aquello.
-¿El mal y la injusticia son inherentes a la condición humana?
-Hay dos formas de entender la vida: desde la convivencia con el otro o la de usar el poder que se tenga para machacarlo, someter a otros y prevalecer sobre ellos con la tiranía o la intransigencia. Siempre han existido y están muy presentes aunque tengan nombres distintos o funcionen de otra manera. Lo vemos en Peñafonte, en cada lugar: vivir con el otro o contra el otro, y en lo segundo cabe todo: la opresión, la explotación, la deshumanización.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión