Doce meses disparando a un mar de arte

En ese espacio de La Caridad que desde lo rural se abre al arte universal y que tiene el Cantábrico muy cerca se presenta este proyecto que ha puesto la cámara de Basagoiti a captar el mar durante doce meses, que son en realidad algunos más. En la mañana, a primera hora, y en todas las estaciones, ha ido colocando cámara y trípode emulando así al personaje de la película 'Smoke' que hacía lo propio en Brooking. Su lugar este norte y desde la Colina del Cuervo y desde el Rinconín, a la altura de las siempre inspiradoras Chaponas de Fernando Alba, ha ido alumbrando paz, luz, colores múltiples, ha creado un proyecto que trasciende la pura fotografía para hacerse por momentos pintura, acercarse al grabado o percibir incluso los trazos de un lápiz casi infantil dibujando barcos, gaviotas volando o aviones rayando el cielo.

Con las nubes cargadas o absolutamente limpias, claras y oscuras, blancas, grises, violetas, azules, rosáceas, ocres se va dibujando un universo disparado que mira en muchas estampas hacia Rothko, por mucho que la horizontalidad se imponga absolutamente, puesto que no hay otro protagonista que el horizonte, que es mar y es nubes. Porque si inicialmente había de ser el Cantábrico la estrella, al final esas nubes acabaron incluso por robarle al mar el título de la exposición.

Fue fácil y absolutamente disfrutón captar cada mañana cómo el sol va saliendo desde las montañas cuando arranca el año y va trasladando su nacer hacia el mar a medida que el almanaque avanza; hubo diversión incluso en tapar trípode, cámara y cabeza con el paraguas para evitar la lluvia; la hubo en mirar al alrededor y descubrir cómo se mueven los cargueros que van rumbo a El Musel, o los veleros o los pesqueros, que cuando llega el buen tiempo se multiplican... Más difícil fue elegir entre ni se sabe cuántas fotos tomadas. Al final, serán una treintena las que expongan en La Caridad y son cuarenta las que forman parte de una caja de imágenes editadas sobre papel de algodón que también se mostrará en la exposición. Son estampas de un mar que, incluso cuando se pone bravío, aporta calma, paz, belleza absoluta y arte en sí mismo. Solo había que dispararlo y llevarlo al papel. Auggie Wren, encarnado por Harvey Keitel, eligió un estanco en Nueva York, Pablo Basagoiti enfocó a diario al mar de Gijón. Hecho está. Y sus fotos muestran lo que no siempre se ve.