«No lograrán hacernos respetables»

El pasado martes, cuando se levantó bien temprano, tenía en el móvil un mensaje de Ángel de la Calle, el director de contenidos de la Semana Negra, quien cogió su relevo cuando, en 2012, decidió dar un paso al lado -sigue colaborando y viaja a Gijón siempre que le es posible para ver crecer a su criatura- y dedicarse a la política. «No lograrán hacernos respetables», le contestó. «Pero el premio está muy bien. Cuando lo recibas, salúdalos de mi parte». Y salió de casa pitando para dar forma a un sueño: que nadie en todo México se quede sin una historia que leer. Estos días, hasta el de Reyes, tiene previsto «repartir libros en los barrios de regalo. 87.000 en seis días». El objetivo final, llegar a los dos millones de libros repartidos antes del mes de marzo. «La república de los lectores se hace desde abajo arriba», dice muy en sintonía del mismo espíritu que le llevó, allá por 1988, a dar forma a la Semana Negra de Gijón. Un proyecto que tenía previsto presentar en Barcelona, hasta que Tini Areces, entonces alcalde de Gijón, se le cruzó. «¿En Barcelona por qué? Esto lo hacemos aquí en Gijón», recuerda que le dijo el dirigente socialista, que no se perdió ni una sola edición, tanto de alcalde como de presidente del Principado, hasta que falleció en enero de 2019.

Porque esa crítica que se le hace tantas veces a la Semana Negra, la de que vende más bocadillos y churros que libros, que es una fiesta más que una cita cultural, es, al parecer de Taibo, precisamente, la receta de su éxito. «Yo soy un intelectual que lee manga. Y también soy un populista. Cómo no voy a serlo. ¿Qué pasa, que los otros están en contra del pueblo?», decía esta misma semana a un canal de televisión que le entrevistó, y en el que le preguntaron sobre la Semana Negra.

Paco Ignacio Taibo II, que se declara «en plena forma y con achaques» a sus 72 años, tiene un poco tocada la espalda de cargar cajas de libros, de apenas dormir, de patearse el país. «Acabamos de inaugurar un nuevo 'book truck', ya tenemos doce rodando por México», explicaba. Se trata de camionetas cargadas de libros que llevan la lectura allí donde no hay bibliotecas o infraestructuras para hacérsela llegar a la gente. Porque allí, como aquí, tiene la misma obsesión: popularizar la lectura, educar a al pueblo, democratizar la cultura para hacer más libre a la gente.

Y en los ratos que le deja ese empeño, sigue escribiendo. «Tengo ocho libros empezados, siete de ficción y otro de historia, que por el camino que va puede que acabe siendo una novela». Y, además, es de temática asturiana. «Empieza cuando el Rey Pelayo inicia la Reconquista. Él sabe que todo es falso, que van a mentir y que se van a apropiar de ella. En la historia le acompañan varios ayudantes, un monje que no es monje, que se metió en el monasterio para tener acceso a los libros; un árabe y un inventor catalán», avanza.

«Durante la pandemia me refugié en la noche y escribí dos libros: 'Sabemos cómo vamos a morir' -el que presentó en esta última Semana Negra- y 'La libertad: tres historias de la historia'», que saldrá en marzo o abril. «Ahora estoy trabado, pero no por falta de ideas o de proyectos, sino por falta de tiempo», reconoce. Es por eso que, a pesar de que «seguramente me lo pedirán», no se ve «otros seis años trabajando a este ritmo» en la política. «No me veo con energía», reconoce. Pero claro, una cosa es decirlo y otra parar. Porque Paco Ignacio Taibo II, a quien el Ministerio de Cultura mencionó explícitamente en el texto de concesión de la medalla a la Semana Negra, no es de los que se quedan quietos.