Millanes Rivas | Escritor

«Mis personajes no están en el canon histórico»

–Se va en este libro hasta un antiguo pueblo de colonización, El Álamo, ¿cómo es este lugar y cómo eran estos pueblos de colonización?

–Hay más de 300 pueblos de colonización repartidos por toda España porque se crearon a mediados del siglo XX como respuesta a la situación que había después de la guerra civil. Se fundaron prácticamente por todos los rincones del país, aunque en Asturias y en la zona del Cantábrico no hay ninguno, pero en el resto de comunidades sí y en Extremadura, que es la zona de la que yo vengo, es donde está el mayor número de ellos.

–¿Qué particularidades tenían estos lugares?

–Eran pueblos muy nuevos y muy modernos que se construyeron en muy poco tiempo, la gran mayoría se hicieron en los años cincuenta y sesenta. En ellos convivían familias de distintas zonas y eso hacía que hubiera gente con tradiciones distintas, gente que venía de pueblos diferentes y que creó una comunidad muy nueva, muy artificial, pero que luego funcionó muy bien en la mayoría de los casos.

–¿Por qué empezó usted a ahondar en estos rincones?

–Yo vengo de una zona de colonización y mis abuelas eran colonas, entonces siempre me llamó mucho la atención esa particularidad. Muchas de las cosas que nosotros teníamos muy integradas o que a nosotros nos parecían cotidianas, al salir fuera, te das cuenta de que son llamativas. Por ejemplo, esas iglesias que son muy modernas con unas apuestas artísticas muy sorprendentes y esa forma de construir las calles y las casas. Todo eso me llamó la atención siempre y quise escribir sobre ello y, de manera paralela, empecé a investigar sobre una historia familiar que tenía que ver con los pueblos de colonización.

–Una historia real se mezcla con una aparición y luego con un viaje por carretera, ¿por qué quiso fusionar estos géneros?

–Yo partí de una historia personal ficcionada y esta idea de la aparición del bisabuelo me parecía muy particular porque, de alguna manera, ofrecía las posibilidades que tiene la ficción para reconstruir la historia allí donde los archivos no llegan. La imaginación sirve para reconstruir los vacíos y es un arma potente.

–¿Descubrió muchas cosas de su propia familia en ese proceso de investigación?

–Sí, sobre todo porque una vez estuvo escrito el libro me encontré con que es un artefacto para que lleguen nuevas historias y para llenar esos huecos de silencio. El libro sirve para poder volver a reconectar porque en esta obra también hablo mucho del silencio y del trauma. Creo que de alguna manera el libro ha venido a paliar todo eso y en mi familia ha dado pie a contar historias familiares, a conectar con eso que estaba perdido.

–En el libro aparece un joven con sus tres tías –La Mayor, La Mediana y Lady Di–, ¿ellas existieron de verdad?

–Están inspiradas en la figura de mis tías. Me gusta mucho esta tríada de tres hermanas que tiene algo casi brujeril y me gusta esa relación entre ellas porque también representan tres modelos distintos dentro de la familia tanto por la edad como por su carácter y por lo que han vivido. Ellas son portadoras de la memoria familiar, pero también genera un conflicto entre ellas el ser portadoras de la memoria.

–Recorre varias décadas en el libro, ¿consigue dibujar con su relato ese 'Paisaje nacional' que le da título?

–Cuando terminé de escribir la novela, me di cuenta de que realmente, buscando una historia familiar, reconstruí parte de la historia de este país en las últimas décadas y lo hice además desde la periferia. Lo cuento desde una serie de personajes que no están en el canon histórico, pero que ponen en el foco en personas anónimas que han sido parte de la construcción de la identidad de los territorios de este país.