Poética que se mira, se oye y se siente
Proyecto Piloto, con Rebeca Martín Tassis en el banquillo tras sufrir un esguince, estrenó en el Jovellanos 'El último día de invierno'
M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Sábado, 10 de abril 2021, 03:21
Danza contemporánea y mucho más que eso. No solo son cuerpos en movimiento que ejecutan una coreografía al son de una música, es una apuesta ... por la creación plástica, visual, sonora, por el todo, por aunar disciplinas artísticas y llevarlas al escenario para sorprender, para mostrar lo inédito, para dar un paso más, para ofrecer una pequeña delicia a los sentidos. El Jovellanos alzaba ayer el telón para 'El último día de invierno', la propuesta de la compañía gijonesa Proyecto Piloto que, bajo la dirección de Rebeca Martín Tassis, ha dado a luz a esta hermosa criatura. El caso es que ella, que es una de las coreógrafas e iba a ser una de las bailarinas junto a Ángel Zotes y Nacho Cárcaba, no pudo subirse al escenario a causa de un inoportuno esguince. Pero la argentina afincada en Asturias Andi Bilbao, que conoce al dedillo el rol y ha seguido al lado de la directora todo el proceso creativo, ocupó su lugar. Como quiera que Tassis dirigía la obra, Bilbao realizaba los pases durante los ensayos para facilitar su mirada externa, de modo que no hubo problemas más allá de las nervios finales por la sustitución.
Los tres salieron a escena -con Cristina Busto también en las tablas- y dieron forma de danza a 'Cadáveres de insectos', el poemario de Daniel Acevedo en el que se basa una pieza muy abstracta en lo narrativo que se adentra en presencias, ausencias, paisajes, que juega con la escenografía para componer música, que conjuga muchos verbos continuos presentes y pasados.
Son tres bailarines, pero está también el arte sonoro de Daniel Romero, que propició que todo lo que los actuantes tocan también suene para componer una banda sonora muy sugerente y por momentos, y como sucede también el plano visual, hipnótica. Hay en escena unos árboles y unas estructuras de madera con las que juegan y crean esa poética de arrastres, crujidos y golpes engarzados y amplificados. La propuesta escénica de Cristina Busto y David Martínez Suárez también alienta ese embelesamiento en el plano visual. Hay proyecciones al fondo y se plantea por momentos una doble perspectiva, una doble mirada del público, que sigue atento desde sus asientos los movimientos al tiempo que los mira en plano cenital desde el ciclorama, que se recrea en juegos caleidoscópicos.
Una 'performance' al completo, una apuesta que es riesgo, aventura, nuevas formas de hacer, de ver, oír y sentir, que se ganó una larga ovación del público.
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