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Teresa Sanjurjo, en la sede de la Fundación. ALEX PIÑA
«Estos han sido los Premios Princesa del apoyo institucional de la UE a la democracia española»

«Estos han sido los Premios Princesa del apoyo institucional de la UE a la democracia española»

Tras la conclusión de la semana de los galardones, Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, pone el acento en el entendimiento de las personas, «saber que el otro forma parte de ti»

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Lunes, 23 de octubre 2017, 04:27

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Aunque los Premios Princesa de Asturias puedan acotarse a la semana en la que resultan más visibles para el público, desde la llegada de los galardonados hasta el colofón en el Teatro Campoamor y la visita al Pueblo Ejemplar, lo cierto es que la maquinaria que los sostiene -como ha explicado algunas veces la directora de la Fundación- funciona a lo largo del año completo. No obstante, estas intensas jornadas que se acaban de vivir, sin duda, se dejan notar en quienes se ocupan de que todo transcurra con la geometría y el esplendor previstos. Teresa Sanjurjo (Madrid, 1972) recibía esta entrevista con la voz quebrada de una afonía manifiesta, sin perder un ápice de su acostumbrada amabilidad en un cargo que desempeña desde 2009.

-Empezando por el final, los vecinos de Poreñu (Villaviciosa), Pueblo Ejemplar, han dicho que van a escribir un libro con las anécdotas de la visita de los Reyes. ¿Junto a las anécdotas, hubo también categorías?

-La categoría es la emoción de un pequeño pueblo en el que todos se conocen y trabajan juntos. Siempre ocurre así, pero quizá este año yo he sido más consciente. Una emoción que también se extendió a las familias que ya no viven allí y han vuelto para la ocasión. Destacaría, asimismo el discurso del alcalde, Alejandro Vega, de gran sentido constitucional.

-Aunque cabe suponer que cada minuto protocolario del desarrollo de los Premios esté previsto, ¿puede haber imprevisiones?

-Imprevisiones no hay. Otra cosa es que haya detalles que se escapen a cualquier previsión. Pequeñas sorpresas. Afortunadamente, lo más característico es el calor de la gente arropando a los Premios.

-¿Todas las ediciones guardan parecidos y, sin embargo, todas son distintas?

-Sí, así es, lo que conlleva un tanto de misterio, no sé cómo puede ser. La participación es cada vez más masiva, creo que la gente siente los Premios como suyos. Y, esta edición en particular, ha sido la del mensaje de apoyo institucional que la Unión Europea ha ofrecido a la democracia española.

-¿Entre tanto frenesí de actividades, queda tiempo para que los galardonados establezcan relaciones personales?

-Hay momentos, sí, a pesar de las muchas actividades que despliegan generosamente. Por ejemplo, Carlos Núñez Cortés (Les Luthiers) nos descubrió la enorme mentalidad científica que posee, fantástica y maravillosa, que no podíamos imaginar; William Kentridge trajo a su familia y mantuvieron una permanente comunicación, los All Blacks se mezclaron con todo el mundo... Hubo mucho intercambio.

-Ha mencionado a uno de los miembros de Les Luthiers. En general, ¿son tan ingeniosos en la cercanía como cuando suben a los escenarios?

-Absolutamente. Marcos Mundstock es una cabeza que alberga una inteligencia brillante, al igual que los demás componentes de Les Luthiers. Se advierte el hábito que tienen de trabajar con la palabra, de darle la vuelta al lenguaje y jugar con él, en medio de una gran espontaneidad. Son auténticos talentos por igual fuera del escenario que cuando los vemos actuar.

-En esas conversaciones de pasillo, por así decir, ¿ha estado muy presente la crisis de Cataluña y las aspiraciones independentistas de una parte de su población?

-Más que en las conversaciones, esa presencia se ha mantenido por el lógico interés que los medios de comunicación han suscitado al respecto. Nosotros hemos procurado seguir el programa de actividades que teníamos organizado y esas fueron nuestras pautas. No obstante, es evidente que el presidente del Parlamento europeo, Antonio Tajani, introdujo, en su discurso de recepción del Premio de la Concordia, una declaración muy explícita de apoyo a la Constitución española y a su democracia. Todos lo hemos podido sentir, ver y escuchar.

-Le solicito una reflexión personal: ¿cómo es posible que mientras los físicos ganadores del Premio de Investigación Científica y Técnica exploran los límites del universo, en nuestro pequeño planeta todavía existan graves conflictos por cuestiones de fronteras?

-La respuesta es que no lo entiendo. No lo puedo entender. Ahí han quedado los versos de Adam Zagajewski, citados por el presidente de la Fundación, Matías Rodríguez Inciarte, en los que dice que «solo los otros nos salvan». Y, en efecto, las ventanas que abren al Universo los científicos, como en LIGO, son además la consecuencia de la colaboración entre muchos países e instituciones. Sin colaboración, no podría existir el avance de la ciencia actual. El mismo espíritu de equipo de los All Blacks se corresponde con eso. O la apelación a la compasión, que reivindica Karen Armstrong. Al final, de lo que se trata es de ver en el otro al compañero, al aliado, y no al oponente. Saber que el otro forma parte de ti. Es algo que podríamos encontrar en el humor de Les Luthiers, en el arte de Kentridge o, desde luego, en la Unión Europea.

-¿Se puede ser republicano y apreciar el mérito de los Premios Princesa de Asturias?

-Yo creo que sí, pero eso es algo a lo que deberían responder quienes tengan ese pensamiento. Lo que sí me atrevo a decir es que los valores que representan los premiados pueden ser compartidos por todos. Son valores en defensa de la cultura, de la democracia y del progreso.

-¿Hay encuestas recientes de la simpatía que despiertan los Premios en la ciudadanía?

-Más que los indicadores de las encuestas, destacaría la participación de las diversas comunidades sociales y culturales que colaboran con nosotros y nos ayudan, que es una participación muy numerosa en distintos ámbitos. No se ven, pero son indispensables y traducen esa simpatía.

-¿Qué huella dejará esta edición?

-No me gustan los grandes adjetivos, como el de «histórico»; pero pienso que esta edición, en una situación difícil para España, se podrá recordar por los apoyos a nuestra Constitución y nuestra democracia. Que sea histórica, queda al «juicio de la posteridad», usando palabras de Susan Sontag.

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