Rodrigo Cuevas: «Una xorda debe tener catorce horas de duración como mínimo»
Con una petaquina dentro «del sacu» apareció ayer Pilar Sánchez Vicente por el patio del Antiguo Instituto. Era la presentación de 'La Xorda', el libro ... de cantares de Rodrigo Cuevas, y la escritora caldeó el ambiente con «tres copinas de anís de La Asturiana» que acabaron abrasando su garganta, la del editor Xaime Martínez y la del propio cantante y autor de la obra. Tras el brindis, hubo que explicar al público que llenó el espacio que una xorda es lo que pasa cuando la gente se junta para cantar, bailar y pasarlo bien. ¿El lugar perfecto para hacerlas? El chigre porque es «más abrigadín y más íntimu», apuntaba Cuevas.
Recordaba entonces la xorda más grande de su vida, aquella que vivió con Rozalén en el Oscar de Infiestu un «lunes cualquiera». «Fuimos con unes panderetes y una guitarra. Estábamos en la terraza, pero como empezó a hacer un poco de frío, entramos a tomar un chupito». Aquel primer trago dio paso a otro y a otro más y así lo que empezó «a la cuatro de la tarde», acabó a las seis de la mañana: «Es que una xorda debe tener catorce horas de duración como mínimo para poder pasar por todos los estados de ánimo posibles», se reía.
Para Martínez, sin embargo, la mejor folixa de esas características es la que se vive cada verano en Santa Ana de Naves, una romería a la que «siempre llevan a cantar a una estrella decadente de los 2000 como Andy y Lucas y Chenoa», lanzaba. «Empiezas con sus canciones, que son también cantares de chigre, y acabas a las ocho de la mañana volviendo de Naves adonde duermes viviendo un viaje del arrepentimiento, que es un buen final para una xorda» como la que ayer se vivió con todo el público cantando a coros.
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