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Llega hoy al Teatro Campoamor de Oviedo (12.30 y 19.30 horas) este singular proyecto que saca al escenario a niños de toda España ... conformando un coro amateur maravilloso. Setecientos niños de diez colegios de Oviedo se unen en el musical 'Ubuntu y acción', en el que participan la orquesta Carlos III y cinco intérpretes profesionales. El alma de este proyecto artístico y educativo es Juan Manuel Alonso.
–¿Cómo se monta esta locura?
–Es una belleza y una locura, nos lleva los demonios cuando lo organizamos, pero cuando lo vivimos en el escenario lo disfrutamos a tope con todos los chicos y las chicas. La pasión es increíble y eso nos arrastra, nos envenena.
–Hay una movilización gorda para poner a los chicos a ensayar.
–Llevamos siete años haciendo esto y en este tiempo hemos aprendido a encontrar soluciones con un gran equipo. Buscamos una obra que se adapte a los niños como un calcetín, que les guste, que les apasione, después creamos materiales educativos para que les llegue a ellos y los profesores y formamos a los profesores porque son el eslabón más importante. Son ellos los que transmiten lo que nosotros hemos creado a todos los alumnos. Con el tiempo hemos aprendido esta metodología y al final no resulta tan complicado, es laborioso pero posible.
–Se vienen a Oviedo. ¿Cómo fue el proceso para llegar aquí?
–Fue el concejal David Álvarez quien contactó con nosotros. Conocía el programa Somos Ubuntu y conjuntamente con la Concejalía de Educación nos pusimos en marcha. Llevamos los vídeos, les enseñamos el material, el trabajo que tenían que desempeñar, les asustamos un poquito con el reto que tenían y aceptaron, de modo que diez colegios distintos de Oviedo se embarcaron en el reto de llevarlo a los aulas y que sus alumnos actúen en el Teatro Campoamor.
–¿No hay ensayos previos?
–Esto es parte de la magia de Ubuntu. Nosotros le enseñamos una pieza a cada colegio. A un colegio le enseñamos una voz, al siguiente otra voz, hasta llegar a ensamblar juntos diez canciones a cuatro voces. Cada uno se sabe su parte y el día del concierto se produce la magia y por primera y única vez los chavales ensayan todos juntos, montan este puzle y son capaces de representarlo. Esto pasa en un ensayo de hora y media perfectamente pautado y eficaz. Al final, después del ensayo se suben al escenario como si fueran profesionales, todos muy atentos y motivados y cuando se abre el telón las caras de los padres y los niños se enfrentan y se oye un gran 'oh' a los dos lados del telón. Los padres se fascinan de ver un coro tan grande, el coro se fascina de ver un auditorio tan amplio escuchándoles.
–¿Cuántos son?
–Cerca de 700. Son muchos, sí, pero es que en toda España son 8.900.
–Cuéntenos cuál es la historia del musical.
–'Ubunto y acción' es una obra que compuse yo con un texto de Alberto Frías. Trata sobre cómo consiguen los adolescentes empoderarse para vencer juntos el cambio climático y cómo ellos son capaces de asumir esa aventura y ese reto, dando pequeños pasos y siendo consistentes en ello. El argumento es terminar la película de un abuelo.
–Los niños no están solos, hay una orquesta y profesionales.
–Hay una orquesta y el elenco son cinco artistas profesionales espectaculares, Esta es una de las virtudes del proyecto, que conseguimos unir a un elenco profesional con un coro amateur, con niños entre nueve y trece años.
–¿Cómo salen los críos?
–Es una experiencia muy impactante para ellos. Una de las cosas que pretendemos es que esta actividad sea única y por lo tanto inolvidable. Hacemos una cosa de gran formato con ese fin y que produzca un impacto educativo a largo plazo. Yo estoy continuamente recibiendo mensajes: «Mi hija no para de cantar, mi hija no para de bailar...». Produce otro efecto deseable pero no buscado y es que un proyecto como Ubuntu funciona al revés de cómo los adultos pensamos. Creemos que somos nosotros los que tenemos que llevar al teatro a los niños y lo que estamos viendo es que son los niños los que llevan por vez primera a los padres al teatro.
–Seguro que ya tiene en mente el proyecto del próximo año.
–Sí, estamos dándole vueltas a cómo vamos a hacer Ubuntu para más niños. Empezamos con seiscientos y ahora somos nueve mil. La argamasa del proyecto es su propósito, que funcione en las aulas. No es solo ir y cantar, gracias al experiencia artística en los colegios avanzan los resultados, la motivación, el equipo, la forma en la que el grupo se une. Usar la música como experiencia y herramienta nos une y nos hace más grandes. Queremos ser un proyecto que deje huella.
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