Vélez, mi padre,mi maestro
Vélez, Pepe, José. Por cualquiera de estos nombres era conocido en Asturias el fotoperiodista José Vélez. Yo le llamaba Papá. José Vélez era mi padre. Y se fue hace casi siete años y no hay día en que no le eche de menos. Gracias a él el periodismo forma parte de mi vida desde que tengo uso de razón y gracias a él el amor por Asturias y en especial por Oviedo forma parte de mi ADN. Mi padre era un enamorado de su trabajo y así lo reflejó en sus más de 60 años en activo, hasta el último día de su vida, el 18 de marzo de 2012.
No quisiera hablar de los grandes reportajes fotográficos de Vélez que ya forman parte de la historia reciente de nuestra Asturias ahora que se ha hecho pública nuestra cesión del fondo 'José Vélez' al Museo del Pueblo de Asturias, no. Yo quisiera hablar de esa otra faceta de padre con una misión especial, inculcar a sus tres hijas el valor de la honestidad, la responsabilidad y la lealtad en el trabajo.
Mi padre se levantaba todos, absolutamente todos los días, a las cinco, seis de la mañana para recoger los periódicos del felpudo de nuestra casa y los leía, ávidamente. A las ocho en pie, desayuno en casa y salida, cámara en ristre, en busca de la noticia.
Así, todos y cada uno de los días. La realidad vista a través de sus ojos y contada por él te envolvía en un mundo mágico de historias diversas oídas desde que gateábamos. Te hablaba de una cueva en Ribadesella donde había perdido un zapato en el descenso (Tito Bustillo), te contaba los momentos angustiosos vividos en un aeropuerto de Perú, vivimos un ascenso apoteósico a Primera División del Real Oviedo en Mallorca, nos quedó grabado a fuego el horror y el drama de una explosión en Luanco... lecciones de vida que aprendimos con mi padre a través de sus jornadas laborales maratonianas en aquella época en la que no existían móviles y el recuerdo de mi madre asomada a la terraza esperando a que apareciera me saca una sonrisa.
Mi padre me enseñó a escribir con libertad, me enseñó el corazón de Asturias, me mostró a gente que quiso rescatar del olvido, me dio historias y me brindó sus recuerdos y me inculcó lo esencial, lo que nunca se pierde, lo que permanece. Me llevó de la mano.
Vélez, mi maestro, mi padre.