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Alfonso Alonso
Oviedo
Sábado, 10 de mayo 2025, 02:00
Emociones a flor de piel. Sonrisas y lagrimas por partes iguales. Ayer el Alimerka Oviedo puso fin a una vida en su querido Polideportivo ... de Pumarín y lo hizo brindando una victoria a los centenares de incondicionales que durante tantos años les alentaron desde aquellas butacas. El último recuerdo deportivo sobre la pista de Palmira Villa será la victoria lograda ante el Caja Rural de Zamora y, como no, en un partido no exento de emoción, como han sido tantos. Quisieron honrar a su afición los jugadores locales y tras una sobresaliente primera mitad y un titubeante tercer cuarto, destaparon el tarro de las esencias en los últimos diez minutos y, encandilando con su juego, elevaron su nivel hasta adjudicarse una victoria, que parecía holgada, pero que fue sufrida, y que sirve para cerrar una página dorada de su historia.
La primera mitad fue dominada con mano de hierro por los de Javi Rodríguez que desde el salto inicial y la primera canasta de Nweke tomaron la manija del encuentro. Primer cuarto muy serio en el que paulatinamente afianzaron una ventaja que alcanzaría el doble dígito a su conclusión (24-14), con una canasta sobre la bocina de Verplancken y un Francisco Amarante que se gustaba y hacía las delicias del público de Pumarín a través de sus asistencias y dirección de juego.
Mismos derroteros nos dejaría el segundo periodo que continuaría con el dominio carbayón, fraguado principalmente en un espectacular porcentaje en los tiros de dos puntos, que se contaban en su inmensa mayoría por éxitos, ya fuese mediante tiros a media distancia, penetraciones o acciones en la pintura y diferencias que por momentos alcanzaron hasta los veintiún puntos (47-26). Se llegaba al descanso 47-31 y con sensación de control absoluto sobre la pista.
No obstante, Pumarín no sería Pumarín sin emociones. Y las emociones vienen dadas por la igualdad. Y, aunque quizá, no es lo que hubiesen firmado los jugadores ovetenses, lo cierto es que el tercer cuarto comprimió el marcador. Parcial malo del OCB, nulo en ataque, solo capaz de sumar ocho puntos y sin ideas y que dejaba escapar la importante renta labrada en la primera mitad. Un pletórico Jordan Walker se inspiraba y en apenas diez minutos la diferencia se redujo hasta el 55-50.
Volvió a emerger el Alimerka Oviedo tras aquellos compases de zozobra y se despachó un último cuarto brutal. Su mejor versión para un momento de éxtasis. Sin dar opción al rival, metió la directa, con canastas para enmarcar, juego vistoso y una intensidad endiablada, tomaron oxigeno y con diferencias de entre 5-10 puntos supieron resistir las escaramuzas rivales y poner el mejor final posible a su etapa de Pumarín con victoria 72-65.
Broche de oro a una temporada más que notable por parte del Alimerka Oviedo Baloncesto que rubrica con un balance final de 14 victorias y 20 derrotas y, lo más importante, mucho más cerca de las posiciones de playoff que de las de descenso. Milagro, hazaña, epopeya, póngase el adjetivo que se prefiera, pero este equipo continuará una temporada más peleándose con equipos del máximo nivel, con presupuestos y plantillas muy superiores, pero sin arrugarse, plantando cara y poniendo a Oviedo en el mapa y de qué manera. Eso sí, esta bonita historia ahora tendrá su sede de futuro en el remodelado Palacio de los Deportes de Oviedo, donde la familia OCB seguirá creciendo.
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