«No pierdo la esperanza de una crono entre la Catedral de Oviedo y L'Angliru»

–Aunque ya jubilado, no se detiene y es partícipe de un grupo vinculado al coloso, a L'Angliru.

–En noviembre de 2024 nos reunimos para festejar los 25 años de la primera llegada de la Vuelta y allí se lanzó un poco la idea de crear una asociación de amigos de L'Angliru para entregar cada año una insignia de oro a una persona vinculada con el mundo del ciclismo que haya tenido participación o haya apoyado esta etapa y, por otra parte, un diploma a otra que no necesariamente tiene que estar relacionada con este mundo, pero que sí haya contribuido a la expansión y al progreso de la 'marca L'Angliru'.

–¿En qué momento está?

–Estamos teniendo una serie de reuniones y hemos presentado ya los estatutos en la Consejería. Estarán en dos o tres meses y nos podremos dar de alta como asociación. Intentaremos el 12 de septiembre entregar la primera insignia y el primer diploma. Queremos que L'Angliru no se quede solo en una etapa ciclista, sino que haya un movimiento potente que dé prestigio al concejo.

–¿Quiénes forman parte de esa asociación?

–Por ejemplo, Falo, el hermano de 'El Tarangu', Juan Aristondo, Jesús Arriero, Salvador González, la mujer de 'El Chava' Jiménez, el exciclista José Enrique Cima... Tendremos reuniones en mayo y en junio para debatir quiénes se lo merecerán en 2025.

–L'Angliru colocó, en cierta manera, a Riosa en el mundo.

–Es la mejor carta de presentación de Riosa a nivel nacional e internacional. Una campaña publicitaria a coste cero. Yo creo que la marca 'L'Angliru' es tan famosa como lo es Coca-Cola. En cualquier parte del mundo uno habla de 'L'Angliru' y lo conocen.

–Se ha convertido en lugar de peregrinación.

–Aquel que sea amante del ciclismo debe visitar L'Angliru al menos una vez en la vida. Si no, su carrera quedará incompleta. Es algo así como el Balón de Oro del ciclismo.

–Un antiguo camino de vacas que se ha convertido en la llegada de la etapa más famosa.

–Nadie se imaginó que iba a tener el éxito que finalmente tuvo. Se pensaba que iba a ser una etapa simple y corriente que a lo mejor vendría un año a Riosa. Pero se convirtió en un fenómeno mediático.

–Un invidente, Miguel Prieto, natural de Sama y director de Información de la ONCE en Madrid, tiene buena 'culpa' de que la mayoría del pelotón sufra un ataque de pánico.

–Fue el que vendió por primera vez el tema de la subida a L'Angliru. Fue uno de los que más colaboró porque realmente ya se había subido. Había cicloturistas que ya había peleado con él. Pero es cierto que Enrique Franco tuvo noticias a través de una carta de Miguel Prieto y visitó L'Angliru.

–Tres años después, en septiembre de 1999, la mítica y temida cima de L'Angliru hizo honor a las indicaciones de Prieto.

–Para nosotros fue una gran novedad. A la gente no le entraba en la cabeza de que un puerto como este estuviera en Riosa, que empezó a ser conocida no por una inundación o un accidente, sino por un hecho deportivo, lo cual era todavía muchísimo mejor, ¿no? Éramos noveles del todo, nunca nos habíamos visto en otro igual, pero, por suerte, todo salió bien. Había muchos nervios, lógicamente, porque todos queríamos estar a la altura de un acontecimiento como la Vuelta a España. Fueron como los Juegos Olímpicos para Barcelona.

–¿Cómo fueron las negociaciones?

–Muy fáciles. Siempre hemos tenido buenas relaciones, buen 'feeling', con los responsables de la Vuelta a España. Y había una cosa clara: el puerto era materia prima de primera. Suponía un 'boom' publicitario enorme. Hay que pensar que aquella primera vez la vieron en televisión unos cinco millones de espectadores. Era un diamante en bruto también para la Vuelta. El producto tenía una calidad superior y era fácil pensar que tenían que apostar por él. Tanto es así que, cada vez que la carrera bajaba un poco de audiencia, se tiraba de L'Angliru.

–¿Cuánto costó aquella primera etapa?

–60.000 euros. Yo estaba dispuesto a asumirlos, pero lo hizo el Principado.

–Y se mostró al pelotón con la mayor de su rudeza.

–Sí, sí, con más épica aún. Una etapa con agua y, al final, con niebla. También es cierto que los tiempos de L'Angliru hay que adminístralos porque, si lo pones todos los años, lo quemas. Cuando Javier Guillén estuvo el año pasado en la Casa de la Cultura de la Riosa le hice una propuesta: una contrarreloj desde la Catedral de Oviedo a L'Angliru, que es la 'catedral' del ciclismo. Serían 30 kilómetros, 18 de ellos llanos. Javier lo ve un poco difícil por el tema de la evacuación de los ciclistas en la cima, al término de la etapa. Pero no perdemos la esperanza. Sería el broche de oro.

–'El Chava', que sería el primer ganador en la cima, tuvo que poner el pie en tierra durante un entrenamiento...

–Cambió totalmente el panorama del ciclismo. Los desarrollos... Todo. La prueba es que, después, salieron 14 puertos y de todos se decía que eran 'L'Angliru del Sur', 'L'Angliru del Este'..., al igual que se hablaba del 'Maradona de los Cárpatos' para aludir al futbolista Gheorghe Hagi. Lo que está claro es que no hubo nunca más un puerto así, que tuviera ese 'boom', que rompiera un poquitín el mundo del ciclismo, que se convirtiera el icono que es ahora mismo. Yo le puedo decir que Riosa recibió más gente aquel 12 de septiembre de 1999, o sea más turistas, que en todo su historia anterior.