El otro gigante asturiano

Si el parte meteorológico atina, y suele hacerlo, hoy lloverá durante toda la etapa. Y es mucha etapa. La 'reina', según Primoz Roglic, que la afronta como líder con más de dos minutos sobre Enric Mas, con el mejor equipo de la carrera, con el impulso de su gesta ayer en los Lagos de Covadonga y con el comodín en la mano de la contrarreloj final en Santiago de Compostela. Así y todo, no se fía de esta decimoctava jornada de la que ya parece su tercera Vuelta. «La distancia que llevo en la general es buena, pero nunca es suficiente. Se verá si lo es después de subir el Gamoniteiro», declaró el líder esloveno. Prudente.

Con lluvia, como bien recuerda la historia de la Vuelta, Asturias es un campo minado. La jornada de hoy encadena las subidas y los descensos a San Lorenzo (10 kilómetros al 8,6% de pendiente), la Cobertoria (7,9 kilómetros al 8,6%), los dos de primera categoría, y el Cordal, de segunda, antes de estrenar el Gamoniteiro. El esperado Gamoniteiro.

Intimida con sus cifras: 15 kilómetros al 9,8%. Su coeficiente de dificultad está sólo un poco por debajo de L'Angliru, su compañero en la sierra del Aramo, y por encima del Mortirolo italiano. El Gamoniteiro no tiene las paredes del Angliru, pero es más constante, casi siempre por encima del 10%. Aún no se ha estrenado en la Vuelta y ya tiene hechuras de leyenda. En la revista Ziklo, hace cuatro años, Javier Guillén, director de la carrera, decía que era «imposible» subir allí la infraestructura de la Vuelta para disgusto de los muchos aficionados que lo reclamaban. Pero no hay sueño ciclista que no se pueda arreglar con una buena capa de asfalto.

En realidad, el Gamoniteiro es la suma de dos puertos. A los 8 kilómetros de la Cobertoria, se la añaden casi 7 kilómetros finales que trepan hasta una estación de TVE instalada en 1964 y donde los trabajadores quedaban aislados por las nevadas. El Tour tiene en su patrimonio joyas como el Tourmalet, el Ventoux y el Galibier. A la Vuelta le gusta pisar nuevas 'lunas' en Asturias. Lo hizo en 1983 en los Lagos, en 1999 en L'Angliru y lo hace hoy en el Gamoniteiro, la montaña por la que Roglic no se atreve aún a cantar victoria.

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