Un derbi sin remate

Quizá el empate deje un sabor más amargo al Oviedo, local y que sigue sin ganar este año, y una pizca más dulce al Sporting, que esta vez no salió arruinado del clásico asturiano y se atornilla en la zona media alta de la clasificación, con aire. El derbi ya se desperezó tenso, canijo de fútbol, sin grandes momentos. Más ruido que nueces en una primera mitad democrática, con una gran ocasión para el Sporting y el Oviedo clamando por la expulsión de Hassan. Pero nadie pudo quitar el corcho al choque. Los dos entrenadores se apretaron el cinturón de seguridad. Álvaro Cervera, con el mismo dibujo de la visita al Levante, aupando a Seoane al once por el sancionado Colombatto. Mayor pirueta hizo Ramírez, que estrenó el sistema con el que había amagado en la semana. Tres centrales, como el Oviedo, las largas piernas de Varane en el centro del campo y la finura de Villalba en un día negro para los más talentosos. Un galopada de alta tensión entre Viti y Varane desató la ira del oviedismo. Música de derbi. Una descarga rocanrolera para comenzar.

Para abrir boca, el Sporting se ató el balón, pero sin profundidad. Encallaba en el embudo defensivo de Álvaro Cervera. Un bosque de piernas interior y mucho tajo, con todo su equipo a ritmo de galeras. El Oviedo se apostó para buscar la emboscada: el ataque rápido y directo. Una llegada por banda del rojiblanco Guille Rosas fue lo más potable de un tenso arranque, con poca floritura. Y mucho cálculo. Demasiado. El balón iba con cadenas. Al Oviedo le pesaba su ausencia de triunfos y el farolillo rojo. Al Sporting, la nada de sus dos desplazamientos. Borja Bastón le sacó pronto la tarjeta a Pascanu, en alerta naranja.

El plan de Cervera, austero y firme, tenía sus pequeñas recompensas por el camino dentro de una batalla de desgaste. Una presión del Oviedo a Varane estuvo a punto de hacérsele bola al Sporting, que perdió el balón de vista. El once azul empezaba a expandirse por la banda de Bretones, impulsado por las caídas de Borja Bastón, enchufado. El primer 'uy' lo disparó el Oviedo. Un saque de banda que desembocó en un intento de vaselina de Sebas Moyano. El balón salió fuera, tirando besos a Yáñez. Hassan, sin vuelo y esposado, cargó con la segunda amarilla del Sporting. Luismi, con la tercera.

Villalba se mudaba de cuando en cuando al patio trasero para desatascar la construcción del Sporting, enchironado en el campo del Oviedo, cómodo a la espera. El partido rezumaba igualdad. Un precioso quiebro de espaldas de Sebas Moyano a Pascanu rompió el tedio un par de segundos. No más, con los dos equipos acorazados y el verde levantándose. Territorio fértil para la brega. Hassan iba pasado de revoluciones. Un pisotón suyo a Costas pudo costarle caro al Sporting, que coqueteó con la expulsión. Otero, incómodo de referencia, era blanco fácil para los pretorianos azules a la hora de embolsar.

Cerca de la caseta, un córner del Oviedo se le indigestó por completo al once de casa. A campo abierto, Hassan y Otero, muy marcado hasta ese momento, salieron escopetados para explotar su punta de velocidad. Ya dentro del área, el francés cambió el ritmo ante Bretones y se planteó ante las narices de Leo Román. El meta no se venció y abortó el remate cruzado con el cuerpo. Un susto de aúpa para el Oviedo. Una alegría en ataque para el Sporting, poca cosa arriba, con Guille como principal argumento. Sería la mejor ocasión del día.

De la caseta regresó el Oviedo con la amarilla de Bretones. Y el Sporting, con un zapatazo de Cote que se fue al cielo. Nadie movió una coma de su guión. Los azules eran más eficaces en la presión, muy bien engrasada, siempre pegajosa con Varane. Ramírez ventiló el ataque con Queipo por Hassan, con desconexiones y amarilla. Mediada la segunda mitad, el Oviedo apretó. Se adueñó del choque. El grifo del Sporting empezaba a gotear. Insua llegó a tiempo para cortar una rápida transición coral de los azules. Pasado el apurón, con Paulino creciente, el equipo gijonés bajó un par de marchas al choque. Pero andaba extraviado. Una lluvia de córners volvió a embotellar a la tropa de Ramírez y a envalentonar a la de Cervera, con Yáñez de salida en salida. Al Sporting le faltaba una referencia. No tenía. Aún así, se revolvió. Una aventura de Guille terminó en un balón en el área rematado, primero, por Queipo, con rechace de Costas, y, después, de Cote, con el balón saliendo muy cerca del poste. Izquierdoz relevó a Pascanu, con amarilla. Y Gaspar a Villalba.

El Sporting recuperó la calma y el Oviedo, fatigado, perdió frenesí. Cervera metió mano: Masca por Paulino y Mario Hernández por Borja Bastón, que le dejó la bandera a Masca. Ramírez respondió alistando a Campuzano, descartado hasta el cierre del mercado. Al Sporting le sentó bien las entradas de Campuzano y Queipo en la fase crepuscular. El Oviedo perdió referencia sin Borja. El preparador azul terminó su renovación con Romario Ibarra y Jimmy. Y unos y otros abrazaron el empate. Lo más justo.