«Tengo plata y bronce, así que a por el oro»

En la terminal asturiana se juntaron familiares y amigos de todos, también de la gijonesa Sara Ouzande y del madrileño Adrián del Río, con pancartas y banderas, así como una delegación del Regimiento de Infantería Príncipe Número 3, con el coronel Jesús Manuel Martínez Víctoria a la cabeza para recibir con honores a su compañero, el cabo Carlos Arévalo. Incluso, Cova, uno de los halcones que ejerce de mascota en Cabo Noval acudió al recibimiento. Los más ruidosos y animados fueron la amplia delegación de la Sociedad Deportiva Gauzón de Luanco. Una veintena de jóvenes palistas le hicieron a todos el pasillo de honor con sus remos, pero a quien iban a rendir homenaje era a Miguel García, el técnico luanquín que está detrás de los éxitos del piragüismo español.

«Pero bueno, si hace dos días estabais allí y ahora aquí», saludó el entrenador a Encarna y Pedro, los padres de Carlos Arévalo, al salir de la zona de embarque. Los padres del palista esperaban a su hijo «con la misma emoción» que lo habían dejado en París. «Se pasa fatal por la presión y los nervios, pero ha sido una experiencia única vivir estos Juegos por la cercanía», explica Ana Mesías, su mujer, mientras atiende a la pequeña Carlota, que, a punto de cumplir cinco meses, todavía no es consciente de la hazaña de su padre.

«Sara, campeona», reza la pancarta con que la familia recibe a Sara Ouzande, diploma olímpico en sus primeros Juegos. «Vengo con sabor agridulce porque en la eliminatoria hicimos un tiempo que, de repetirlo en la final, nos hubiera metido en la lucha por las medallas», lamenta la gijonesa, que también sabe ver el lado positivo. «Hace años soñábamos con estar en los Juegos y ahora soy diploma olímpico», analiza con una amplia sonrisa. «Da gusto volver a casa y encontrarte toda esta gente apoyándote», añadió.

Tampoco se esperaba el recibimiento Carlos Arévalo, que reconoció que «se me salió la lagrimilla de la emoción». «Ha sido increíble, no hay mayor recompensa a este esfuerzo que el cariño de la gente que te apoyó en este camino», dijo. El palista gallego, que se siente «un asturiano más» después de tantos años en el Principado, aseguró que el bronce que colgaba de su cuello, le sabía a «oro» porque «una medalla olímpica es algo dificilísimo a lo que aspiran todos los deportistas y poder traer otra a tu país es algo único».

Tras las merecidas vacaciones, Arévalo ya tiene fijado el siguiente objetivo. «No hay que olvidar que somos ambiciosos y queremos seguir trayendo éxitos para el piragüismo y para España, así que en Los Ángeles iremos a por el oro». «Tengo plata, tengo bronce, así que me queda el oro, no hay otra», se conjuró.

Con idéntica ambición y las mismas ganas de descanso, su compañero de K4, Rodrigo Germade se mostró «superorgulloso» del bronce logrado en París, porque «aunque por nuestra ambición somos un poco inconformistas, es un logro tremendo». «Es un verdadero honor acumular dos medallas para España y para Galicia en mi caso, agregó Germade, afincado también en Gijón, donde han nacido sus hijas y se siente «muy cómodo».

Por su parte, Miguel García, emocionado por el recibimiento «tremendo» de la cantera de su club de toda la vida, aseguró que «se cierra otro ciclo olímpico sumando, esta vez un bronce, pero se está trabajando bien y en este equipo hay mucha ambición y no se van a conformar». De momento toda descansar, antes de volver a las aguas de Trasona.