Rosberg, el gran derrotado
Por segundo año consecutivo y, con más superioridad que en 2014, Lewis Hamilton ha barrido a su compañero
David Sánchez de Castro
Lunes, 26 de octubre 2015, 19:24
Lewis Hamilton y Nico Rosberg se fueron de fiesta después de la carrera del domingo en Austin. Ambos tenían muchas ganas de soltarse la melena, tras un fin de semana muy complicado y absolutamente atípico, pero por motivos muy distintos. Lewis Hamilton acababa de ganar su tercer título de campeón del mundo de Fórmula 1, una cima que sólo habían alcanzado cinco pilotos más y que sólo han superado otros tres. Después de bañarse en champán hasta tener que cambiarse de ropa tres veces, pues para ello había tocado la gloria por tercera vez en su corta carrera, Hamilton se vistió con sus mejores galas y se fue a una privada fiesta con sus amigos, que en momentos de celebración siempre se multiplican.
En otro punto de Texas, Rosberg, más calmado después de su fatal error en carrera - «Me patinaron las ruedas», se excusó-, se fue a un bar de Austin, junto a un grupo de periodistas y amigos cercanos. Ahí, micrófono en mano y después de dar buena cuenta de unos cuantos vasos de ahogapenas, mostró sus dotes como cantante al son del «Living on a prayer» que inmortalizó Bon Jovi en los 80. Treinta años después de aquella década en la que el apellido Rosberg era sinónimo de campeón del mundo, Nico no ha podido, de momento, emular el éxito de su padre, Keke.
Ya le ocurrió en 2014, pero al menos se mantuvo en pie sobre la lona hasta el último 'round' del combate. Magullado y prácticamente a la desesperada, peleó por el campeonato con Lewis Hamilton, como llevaba haciendo toda su vida profesional de manera intermitente, hasta que ya no hubo opción a más. En 2015, sin embargo, no pudo tomarse la revancha. Hamilton, como un Ali excelso ante un Foreman aún tocado por el último enfrentamiento, ha hecho morder el polvo a Rosberg de la manera más humillante posible, y esta vez sin ninguna excusa de por medio. Nico se está quedando en un quiero y no puedo, y empieza a recordar a otros pilotos que pasaron a la historia de la Fórmula 1 por rozar la gloria y fallar en el intento. Los Moss, Regazzoni, Ickx, Reutemann y Berger de antaño, o los más cercanos Irvine, Barrichello, Massa y Webber son algunos ejemplos de pilotos que, por unas cuestiones o por otras, no ostentan el laurel de campeón. Rosberg, Nico, empieza a asomar por este club.
Los números hablan
En Fórmula 1, tu primer rival es tu compañero. Para una escudería como Mercedes, en este último par de años se han encontrado con que no sólo tienen a dos potenciales candidatos a campeones del mundo, sino que además en ciertos momentos han estado muy parejos. Lo que empezó como una sana rivalidad pronto tornó en gestos dentro y fuera de la pista que han dejado la vieja amistad de Hamilton y Rosberg en una página ya pasada en el álbum de fotos familiar.
Si en 2014 hubo una guerra psicológica de la que Rosberg se supo aprovechar muy bien, en este 2015 ha sido Hamilton quien no ha dejado lugar a las dudas. Repasando las frías cifras, Hamilton ha barrido en todos los aspectos a su compañero, y quedando tres grandes premios por delante, no hay tiempo para que el alemán pueda revertirlo. Hamilton gana a Rosberg 11 a 4 en 'poles', 10 a 3 en victorias, 6 a 4 en vueltas rápidas, 14 a 12 en podios totales y hasta en vueltas completadas en el campeonato: 923 para el británico por 903 para el alemán. Vistos estos datos, pocos se atreverán a dudar de quién ha sido el líder de Mercedes esta temporada.
¿Ha perdido Rosberg su oportunidad de ser campeón? Difícil de decir. La temporada 2016 se atisba de nuevo con los Mercedes por delante, salvo que Ferrari acabe de dar el paso, Red Bull renazca y McLaren sea capaz de mostrar ese presumido potencial. En caso de que las flechas plateadas vuelvan a llevar la voz cantante, Lewis Hamilton parte con el evidente papel de favorito que le dan sus éxitos, mientras Nico Rosberg volverá a ser el aspirante al trono. En lo que queda de 2015 y en la próxima pretemporada tendrá mucho que reflexionar, muchas heridas que lamerse y mucho que mejorar, si quiere abandonar por méritos propios ese papel secundario en el que, él mismo, se ha metido.